martes, 19 de noviembre de 2013

El Palacio del Pardo

El Pardo es mucho más que un lugar con buenos restaurantes o la antigua residencia de Franco. Tiene detrás una interesante historia y monumentos dignos de visitar. Este real sitio estuvo desde siempre vinculado a la caza. Por primera vez se menciona la existencia de una casa en el Pardo en un antiguo libro de Montería de la época del rey Alfonso XI. Desde entonces era una de las zonas preferidas para cazar por los monarcas castellanos. Ya Enrique III, en 1405, dió las pautas para construir en este sitio un pequeño pabellón de caza. Será Enrique IV quien, en 1472, transforme ese viejo pabellón en un pequeño alcázar con puente levadizo y bella torre del homenaje. El Emperador Carlos V siguió con las mejoras del sitio. Decidió demoler el castillo hasta los cimientos para construir un palacio de nueva planta. Encargó a su arquitecto Luis de Vega la realización del nuevo proyecto y las obras duraron desde 1543-1558, así que Carlos V no llegaría a habitar esta nueva residencia
En la imagen podemos ver el plano del palacio original, que sigue la estructura general de todos los alcázares austrias. Sobre una base cuadrada trazó un palacio de dos plantas, la mitad sur se correspondía con el cuarto del Rey y, la mitad norte con el de la reina. Como se ve ambas desarrollaron dos galerías o loggias abiertas en esas fachadas, con lo cual se abría e integraba la arquitectura con el paisaje. También había cuatro torres en las esquinas, con las cubiertas en chapitel austria. Pero en el patio interior los lados porticados cambian, ahora son los lados este y oeste los que se construyen con arcos sobre columnas. De esas crujías porticadas surgían las dos escaleras principales, una para uso del rey y otra para la reina. De esa primitiva construcción carolina se conservan algunas cosas, como la portada con el puente sobre el foso con la inscripción del Emperador " Carolus I Romanorum Imperator Hispaniarum Rex 1547". Desde este punto es donde se accede hoy a las taquillas y al interior del palacio. También se conserva el llamado Patio de los Austrias, que puede verse en las siguiente imágenes:
Patio de los Austrias con el grupo de Siema Matritensis
(Foto SIEMA)

Miradores de Carlier en las esquinas (Foto SIEMA)

Vista general del patio de los Austrias con otro grupo de SIEMA Matritensis
(Foto SIEMA)

Detalle de la balaustrada del patio de los Austrias, donde aparece la cruz de S. Andrés 
y eslabones del toisón, de origen borgoñón y de la época del Emperador Carlos V
(Foto SIEMA)

En la parte baja los característicos arcos rebajados renacentistas sobre columnas jónicas (aquí no se siguen las reglas de superposición de órdenes) y un pequeño trozo de entablamento sobre el capitel. Arriba columnas dóricas con zapatas que sostienen la cubierta arquitrabada. Los pedestales de estas columnas llevan los eslabones del collar del Toisón de oro y cruces borgoñonas de San Andrés. En ángulo sobresalen los miradores que hizo Carlier para agilizar el recorrido de los séquitos reales por las habitaciones de la parte superior. 
Aquí se ve con más detalle la columna con la cruz de San Andrés en la base y la balaustrada de una de las escaleras. Las pinturas del techo las realizó Juan Gálvez en el reinado de Fernando VII 
( Fotos Ramón Guerra de la Vega)

Este fresco renacentista pertenece al aposento de la reina y es de la época de Felipe II. Lo pintó Gaspar Becerra y representa el triunfo de Perseo. Es de las pocas pinturas que se salvaron del s.XVI, y que acompañaban a la maravillosa decoración pictórica que encargó el rey Felipe II, con cuadros de Tiziano, el Bosco, Antonio Moro o Sánchez Coello. Recientemente han descubierto en esa habitación restos murales de ese tiempo que nos dan una idea de la decoración original de este palacio, mucho más delicados y bonitos que la foto, que es antigua. También se conserva algún suelo de cerámica del s. XVI. Con este monarca llegaron a España maestros pizarreros en 1562 a cubrir, primero la Casa de Oficios, y luego el Palacio del Pardo, con ese material. Es la primera vez que se sustituyó la teja árabe en los tejados de los sitios reales. Felipe II terminó la construcción del palacio en 1568 e inició immediatamente toda la labor decorativa del mismo. Pero, por desgracia, en 1604, un incendio destruyó todo el palacio desde el piso segundo, a excepción de las torres.

Antigua galería de la reina (Ramón Guerra de la Vega)


Felipe III encarga la reconstrucción a Francisco de Mora, a quien sucederá Gómez de Mora en 1610. Decidieron sustituir los techos de madera por bóvedas de ladrillo y cerrar las galerías norte y sur buscando un mayor espacio habitable. En la foto superior vemos la Galería de la Reina, donde Gómez de Mora sustituyó las ligeras columnas de la loggia por este sólido muro de 9 balcones. Vemos el zócalo de azulejos de Talavera como los que se usan en el Monasterio del Escorial, el suelo de cerámica y el precioso techo que Patricio Caxes realizó en el sXVII con pequeños frescos que relatan la historia de José, enmarcados por molduras. También a ese mismo siglo pertenece el gran lienzo de José de Ribera con el "Retrato ecuestre de Juan José de Austria" del fondo. Otros frescos barrocos que conserva el palacio son la "Aurora" de Vicente Carducho y "La historia de Esther" de Jerónimo Cabrera. Felipe IV también acudía numerosas veces a cazar por la zona, acompañado por el pintor Velázquez. Es una pena que la Torre de la Parada, donde colgaron tantas obras de Velázquez, se encuentre tan deteriorada y no se pueda visitar. Creo que merecería la pena invertir algo en su restauración.
Galería del rey (Foto Ramón Guerra de la Vega)

Esta sería la otra galería que cerró Gómez de Mora en tiempos de Felipe III, la Galería del Sur o del Rey. De sus paredes cuelgan numerosos tapices del s.XVIII (de Ginés de Aguirre, José del Castillo, Goya o Bayeu). La bóveda la pintó Juan Gálvez representando figuras femeninas con trajes típicos regionales en los lunetos. Aquí se conserva la mesa y sillas originales donde después Franco celebraba los consejos de ministros durante su gobierno.

Felipe V e Isabel de Farnesio encargaron a Francois Carlier unas modificaciones para hacerlo apto a su enorme familia. Ampliaron las estancias a consta de ocupar las habitaciones abiertas al patio y dividir las galerias y grandes salas austrias en pequeñas habitaciones. Carlier construyó los miradores al patio austria que ya hemos mencionado, también modificó el perfil exterior de las torres, sustituyendo los antiguos chapiteles de forma piramidal por los actuales más rococó, con curvas invertidas. Se construyó el puente que unía el palacio con la capilla real situada fuera de él (1743). Durante la época de los Austrias había dos capillas, una en el interior del palacio, junto a una de las escaleras y, otra para servicio de la casa de oficios. La de Carlier se incendió en 1806 y  Juan de Villanueva la reformó con el aspecto más neoclásico que presenta ahora, continuando los trabajos su discípulo predilecto, Isidro González Velázquez. Aquí se casó la hija de Franco, pero hoy no se utiliza como parroquia, sino con un uso turístico o más cultural de conciertos. En la fachada más alejada de palacio se aprecian todavía las formas rococó de Carlier, especialmente en las molduras circulares de la parte de arriba de la puerta lateral:

Capilla Real (SIEMA)

Torre neoclásica de la capilla (Foto SIEMA)

La torre de la capilla es más neoclásica, lo mismo que el interior, de planta de cruz latina con una sola nave. En el altar cuelga el lienzo de la "Immaculada  Concepción" ( de Juan Bautista de la Peña, s.XVII) y en los laterales de la nave obras de Andrea Procaccini representando escenas de la vida de la Virgen.

Para acceder al Real Sitio del Pardo Fernando VI mandó construir la famosa " Puerta de Hierro" con sus tres entradas y el espectacular escudo real. Con el rey Carlos III tendrán lugar grandes reformas en todos los sitios reales y, el Pardo, no se librará de ese programa renovador llevado a cabo por Sabatini. En 1772 Sabatini amplía el palacio duplicándolo hacia el E. Los artistas que decoran el Pardo en esta época son los mismos que intervienen en el Palacio Real, fresquistas como Bayeu o Maella, estucos de Robert Mitchel y muchos tapices de cartones de Goya, Bayeu, Ginés, del Castillo, etc...Carlos IV introduce una decoración más neoclásica en el mobiliario.
Exterior del palacio donde se encuentra el llamado Patio de los Austrias, con las curiosas chimeneas que cubren todo el palacio( Foto SIEMA)

Pasadizo exterior para comunicar el palacio con la capilla real de Carlier
(Foto SIEMA)


El estucado de la fachada sobre el zócalo de granito se lo debemos a Sabatini y durante el s.XVIII se creó el aspecto que hoy conocemos, tan diferente al que presentaba el Pardo durante la época de Felipe IV, como se aprecia en la siguiente imagen:
Vista del sitio del Pardo en sXVII (Giusseppe Leonardo)

Esta es una garita justo delante del arco de unión de las dos partes que hizo Sabatini, al más puro estilo neoclásico, rematado por escudo y frontón triangular. Por aquí dejan los carruajes o coches en la entrada principal. Encima de esta unión de lo dos patios se sitúan el dormitorio y despacho de Franco (Foto SIEMA)

Antiguo comedor de Carlos III y, posteriormente, despacho
de Franco (Ramón Guerra de la Vega)

La sala que utilizaba Franco como despacho era la que utilizó como comedor Carlos III. En el techo Bayeu pintó el fresco del "Triunfo de la Monarquía española", en 1774, rodeados de estucos dorados por Robert Mitchel. A los pies la alfombra de la Real Fábrica de Tapices y la lámpara que cubre es francesa. En las paredes destacan los tapices de la colección de batallas del archiduque Alberto, tejidos por Reymbouts muy a comienzos del s.XVII, y unos tapices circulares del s:XVI de Franz Raes que narran la historia de Tobías. El conjunto de tapices de esta sala, al llevar hilos de oro y, sobre todo, mucha plata, están muy oscurecidos. No destacan tanto como la maravillosa colección de tapices, en torno a 300, que presenta el palacio, donde se conservan los intensos colores estupendamente. El mobiliario, de estilo imperio, perteneció a Fernando VII y los veladores etruscos con cabezas de ternero fueron diseñados por Dugourc. Detrás de la mesa de despacho se pueden ver dos elaborados escritorios del ebanista Duchen. El juego escribanía de plata perteneció a la reina Isabel II. Nada más acceder a esta sala la vista se nos va hacia un pequeño retrato de Juan de Flandes que representa a la reina Isabel, la Católica, y que es el tesoro pictórico que guarda el palacio. 
Pasaríamos luego al comedor de diario, que también utilizaba Franco, decorado con lienzos de bodegones. La tapicería de seda de las paredes va a juego con las sillas, Robert Mitchel lo decoró con sus estucos. Las consolas de caoba y el resto de muebles pertenecían a Fernando VII. Esta sala fue la pieza de vestir del príncipe de Asturias en tiempos de Carlos III. Llama la atención lo bien disimulados que están en el palacio, las salidas de aire acondicionado, por debajo de florones dorados de estuco, y las calefacciones.
Teatro (Foto SIEMA)

Muchos palacios españoles tenían pequeños teatros en su interior. Este del Pardo es uno de los mejores conservados. Del s.XVIII es muy neoclásico en su estructura, con la media cúpula de casetones y las columnas jónicas. 

Detalle de las cubiertas del Palacio del Pardo en el Patio de los Austrias
(Foto SIEMA)

El Patio de los Borbones, donde se cerró, al duplicarse con Sabatini, la galería superior. Se usa mucho para recepciones y actos oficiales. También aparece con una estructura de cristal y metal para aprovecharlo mejor en esas ocasiones. Este Palacio Real del Pardo también se utilizó mucho en el s.XIX por Isabel II y, sobre todo, por Alfonso XII. Alfonso XII falleció aquí y su mujer, la reina Mª Cristina construyó a modo de homenaje un gran oratorio neogótico en la sala donde falleció. Después, Franco, mantuvo el oratorio neogótico solo donde estaba situada la cama en donde había muerto el rey y dividió la habitación. En el oratorio se pueden ver un Cristo y una Immaculada de márfil espectaculares. Actualmente se mantienen modernas habitaciones en el interior para residencia de jefes de estado en visita por Madrid.

Vista lateral del Palacio, con la ampliación de Sabatini al fondo
(Foto SIEMA)

Entrada principal, es paso de carruajes y, sobre ella, la unión de la parte antigua 
con la ampliación de Sabatini (Foto SIEMA)

Bonitos jardines recortados delante del palacio (SIEMA)

Como se aprecia en el cuadro del s.XVII, el Palacio del Pardo presentaba hacia el O la llamada Casa de Oficios, para residencia de la servidumbre real. Desde Carlos V contaba con varios patios que luego se irían ampliando(como con Gómez de Mora en 1626 o con Felipe V en 1740). Los más viejos del lugar recuerdan todavía las viviendas y patios de la Casa de Oficios y existían unos baños comunitarios para todos. Eran un poco incómodas. Digo esto porque se conservó tal cual hasta los años 60. 
Patios contiguos (Foto SIEMA)

Detrás de las paredes de este patio, frente a la entrada al Palacio que hizo Carlos V, y de la Capilla Real, estaba la antigua Casa de Oficios, con sus patios, fuente, galerías abiertas con zapatas y techumbre de teja,  como esta fotografía antigua de uno de los patios de la antigua Casa de Oficios:
La vista actual de la misma con los nuevos patios y viviendas es la siguiente:

Patio de la antigua casa de oficios (Foto SIEMA)

En las visitas libres que hacemos con SIEMA Matritensis(que anunciamos en el facebook Siema Matritensis o Twitter@siemamadencanto, además de al listado que profesionales que ya tenemos, ya que la web www.siema.es solo damos información muy general) disfrutamos mucho del Pardo y tenemos pendientes varias entradas sobre sus monumentos y negocios con encanto. 

Maribel Piqueras




1 comentario:

  1. Solo aclarar que el Zaguán de Palacio lo fundaron dos socios: Raul y Miguel A. que, además, son amigos desde hace 35 años. ¡ Pues enhora buena por todo, por la amistad y por el negocio!

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