El Museo del Prado exhibe en una nueva sala el llamado Tesoro del Delfín. Ahora lo podemos contemplar en la sala circular que rodea la cúpula de la rotonda de la parte alta de Goya. Os aclarareis mejor con el plano. Siempre se buscan salas algo escondidas para alojar esta muestra. Lo mismo que cuando se situó en la cámara acorazada de la planta sótano en 1989. Pero ¿cuál es el origen de esta magnífica colección?. Se la debemos a Luís, el Gran Delfín de Francia o heredero al trono francés de Luís XIV. Invertía el sueldo que le daba su padre en adquirir colecciones, como ésta de vasos de lujo, tallados en cristal de roca o piedras duras, sobre los que se añadía guarniciones de oro y plata, con esmaltes y piedras preciosas de gran valor. Los mismos talleres que trabajaban para el rey Sol lo hacían para su hijo. Cuando fallece el Gran Delfín, en 1711, esta herencia pasa a sus tres hijos. En 1715 sale desde París la parte correspondiente a Felipe de Anjou, ya Felipe V. En un primer momento se encargó a Carlier hacer un proyecto para ubicarlas en el Alcázar, pero Felipe V las terminó alojando en el palacio de la Granja en 1724. A España llegaron pocas piezas, 169 de un total de 698, pero las de mejor calidad. Estas piezas del Renacimiento y Barroco tienen un valor artístico incalculable.
Luis XIV, de Rigaud. Abuelo de Felipe V
(Museo del Prado)
La familia de Felipe V, de Jan Ranc, presente en la
sala del tesoro. Todavían posan en el Alcázar de Madrid.
(Museo del Prado)
Felipe V a caballo, de Jan Ranc, de 1723, donde ya se
rompe con el retrato cortesano de tipología habsburga
(Museo del Prado)
Palacio de la Granja de San Ildefonso, donde estuvo alojada la
colección del tesoro del Delfín (Foto SIEMA)
Plano de la planta del Museo del Prado donde se exhibe ahora
la muestra (Foto SIEMA)
Plano de la planta del Museo del Prado donde se exhibe ahora
la muestra (Foto SIEMA)
Esta colección sufrió muchas idas y venidas y, también, se hicieron diversos inventarios de la misma. En 1734 Juan Antonio Dávila realizó un inventario muy claro (tomado del de 1689 y decubierto sólo en 1998). Al fallecer Felipe V se hizo un nuevo inventario. Se trasladaron a la Casa de las Alhajas hasta 1776. Se las llamaba siempre "Las alhajas del Delfín" antiguamente. En 1776 Carlos III las trasladó al R.Gabinete de Historia Natural. En la corte ilustrada había mucho interés por el estudio de las piedras y sus propiedades. Por ejemplo, la turquesa iba bien para la circulación, el jade para la vesícula y riñones o el lapislázuli para remediar la melancolía. Los franceses saquearon la colección en 1813 y la recuperamos en 1815, pero ya con algunas piezas menos, en concreto 12, y mutiladas (faltando perlas, piedras preciosas o rotas). En 1839 la reina Isabel II las cede al Real Museo de Pinturas (Museo del Prado) a petición de José Madrazo, que era el director del mismo en esa época. Ya en 1867 se exhibían en dos grandes vitrinas en la galería central del museo. En septiembre de 1918 se descubrió que habían desaparecido 13 piezas y desmontado parte de otras. Robo realizado por un funcionario del museo, que fue descubierto. Durante la Guerra Civil se las trasladó a Suiza. En 1944 realizó otro catálogo, que se actualizó en 1989, al ser trasladadas a la cámara acorazada de abajo, donde SIEMA Matritensis ha guiado a numerosos grupos. De las 169 piezas originales se conservan 144 y 124 estuches. Los estuches se exponen ahora junto a la pieza que llevaban dentro. Están hechos de madera, piel, tela y metal, con los símbolos del delfinato y flor de lis. Ahora se ha organizado la muestra de manera más didáctica, aprovechando las nuevas tecnologías y con el apoyo de la Comunidad de Madrid, Iberdrola y Samsung. Hay pantallas interactivas que proporcionan información y un audiovisual que cuenta la historia de la colección.
Nuevas salas donde se expone en Tesoro del Delfín.
Museo del Prado.
Estuche adaptado a la forma del vaso que guarda, ya que son sumamente
frágiles (Museo del Prado)
El novedoso recorrido sería el siguiente. Un gran lienzo anónimo nos presenta al Gran Delfín de Francia y, en seguida, las vitrinas dedicadas al cristal de roca. Contemplamos verdaderas maravillas, además, muy difíciles de tallar por lo frágil que es este material. Cuanto más fino, más difícil de trabajar. La mayoría proceden de talleres milaneses, como la "Fuente con la historia de Hermafrodito y camafeos de los 12 césares"(de Sarrachi). Otra vitrina expone piezas vinculadas a personajes ilustres de la historia, como la "Góndola de tres sierpes aladas" que perteneció al Emperador Rodolfo II o la "fuente de cristal con águila", que pasó de Carlos V de Francia al Emperador Carlos V. También destaca en piedras duras el famoso cofre de Mazarino, que lo había adquirido Luis XIV en su afán de coleccionar piezas que hubieran pertenecido a gente importante. Está lleno de camafeos, donde se representan a personajes ilustres como San Carlos Borromeo o el rey Francisco.
Vaso con minuciosa talla en cristal de roca con asas de bichas,
talleres Miseroni
(Foto SIEMA)
Cofre de Mazarino, cuando estaba
expuesto en la Cámara acorazada
expuesto en la Cámara acorazada
(Foto SIEMA)
En una extensa vitrina se exhiben ahora las piezas de arte clásico, medieval u oriental. Desde la antiguedad se tallaban las piedras duras y la figura en relieve tallada en una piedra dura (camafeo) también se puso de moda ya en época de los romanos. Se seleccionaban las piedras por la belleza de su color y vetas. Tallan lapislázulis, ágatas, jades, turquesas, etc. Luego otro entallador les daba las formas precisas. Las terminaba de decorar el maestro orfebre que engarzaba las ricas guarniciones (sobre oro alternan piedras preciosas, esmaltes o camafeos). Suelen ser talleres familiares. Se ve la evolución en el tiempo de los añadidos, por ejemplo, en la "Copa de sardónice con cabeza de águila": la copa es de talla helenística, del s IV a.C, pero el pié y guarniciones de ágata, rubies y esmeraldas pertenecen a talleres parisinos del sXVII. Lo mismo la "Copa gallonada de sardónice con cabeza de águila" (la copa gallonada sería bizantina y el pié parisino). Podemos contemplar vasos medievales como la jarra cilíndrica. También hay obras procedentes de talleres otómanos, hindúes o japoneses, como la "taza de turquesas y rubíes".
Luego pasaríamos a ver las obras maestras de talleres milaneses. Milán, que pertenecía a la corona española en la segunda mitad del s. XVI, desarrolla unas importantes manufacturas que venden a las cortes europeas(siendo muy famosas sus intervenciones en Madrid y en la de Praga), como son las familias Miseroni o Sarrachi, con diseños de Aníbale Fontana. "Copa de las cuatro estaciones" o "Vaso en forma de gallo", ambas de los Sarrachi. "Salero en forma de delfín" de Mettelino. "Vaso de dragón", de los Sarrachi, que seguramente proporcionaba iluminación. Los Miseroni tienen un estilo algo más geométrico en sus diseños, destacando la "Copa de Rodolfo II" o el "Vaso de jade con forma de barco"(cuyo pié de oro se labró más tarde en la corte de Versalles).
Vaso de jade en forma de barco, del taller Miseroni
(Museo del Prado)
Dragón en cristal de roca de los Sarrachi (RTVE)
Muy importante también la vitrina donde se habla de los talleres franceses. Allí añadían unas lujosas guarniciones de oro y piedras preciosas o delicados esmaltes en blanco que se producían en Fontanebleau. Para poder costear los gastos militares, Luís XIV, mandó fundir muchas guarniciones y metales, reduciendo así la colección. Destacan la "Taza de jaspe con una mujer en el pié", la "Taza de jaspe y calcedonia con guirnalda" o la "Copa abarquillada de cupido".
Copa abarquillada de ágata con cupido. La copa viene de Roma o Bizancio y retocaron la talla en Francia en el s XVI. La rica guarnición es parisina del s XVII ( con oro, ágatas, esmeraldas, rubies y diamantes). En la parte superior Cupido con el característica esmalte blanco
(Foto Absolutemadrid)
Taza gallonada de lapislázuli con dragones y niños. Pié de oro, piedras preciosas y esmalte
(Foto Conocer Madrid)
Otros talleres europeos trabajaron el cristal de roca y las piedras duras, como el de Johann Daniel Mayer en Augsburgo durante el s XVII o el de Hans Kohenhauvpt en Stugart y París. Termina la exposición con la gran vitrina donde se explica la importancia del aparador. Muchas veces son fuentes de lujo y gran calidad que se colocan en aparadores de comedores o banquetes para mostrar la majestad del monarca sin más, es decir, de decoración porque no se usan. Otras ese rico aparador si se utiliza en determinados banquetes. Aquí veríamos la "Bandeja oval de heliotropo" (con perlas y cobre dorado). Los franceses se quedaron con muchas perlas auténticas de sus adornos y otras ricas guarniciones, así que algunas piezas no lucen en todo su esplendor. En vitrinas sueltas podemos contemplar la "Taza de lapislázuli con dragones y niños", "Cofre de Mazarino",el "Barco con pié de tortuga"de Anibale Fontana (1570) o el impresionante "Salero de ónice", que es la última vitrina suelta que cierra la sala. Ya sabéis que nos podéis seguir en facebook, Siema Matritensis, o en Twitter @siemamadencanto y la web www.siema.es
Vaso de la vitrina de aparador, con engarces de oro, rubies
y perlas (Museo del Prado)
Salero de Ónice, que es un ágata especial. El pié es de oro
macizo cincelado con guarnición de piedras preciosas, como rubiés o
diamantes (Museo del Prado)
Para combinar con esta joya del Tesoro del Delfín nada mejor que hacer un parón luego en el restaurante Estado Puro, situado en los bajos del Hotel NH, junto a la Plaza de Neptuno. Goza, pues, de maravillosas vistas, tanto en su terraza, como en su vistoso interior decorado con gigantescas peinetas españolas. Disfrutamos con la luminosidad que desprende y la rica carta que ofrecen. Por ejemplo los boquerones rebozados con vinagre, la paella de mariscos, croquetas. Comida tradicional española con el toque de vanguardia y productos de gran calidad que le da Paco Roncero.
Maribel Piqueras
Fachada del restaurante (Foto SIEMA)
Decoración del techo a base de peinetas (Foto SIEMA)
Barra (Foto SIEMA)
Otro rincón interior (Foto SIEMA)