lunes, 11 de mayo de 2015

Real Jardín Botánico de Madrid

Ahora es la mejor época para recorrer el Real Jardín Botánico de Madrid. Es en primavera cuando más se disfruta, aunque algunas semanas nos podamos encontrar los tulipanes abiertos y las rosas no, o al revés, como suele pasar con la naturaleza de carácter perecedero. A través de este blog nos adentraremos en su historia y evolución. La idea de tener un jardín botánico en Madrid está asociada a la corona. Es la botica real la que necesitaba investigar en las plantas para la curación de enfermedades que diezmaban a la población infantil y a algunos herederos a la corona. Así podrían tratar las enfermedades mejor, especialmente la del rey Felipe V con todos sus achaques de melancolía y otras enfermedades mentales. Fué el boticario francés de Felipe V, nuestro primer Borbón, Luis Riqueur, el que compró la llamada Huerta de Migas Calientes en 1713 con la idea de donársela luego al heredero, Luis I. Ese proyecto lo diseñó el también francés Marchand siguiendo el modelo de la huerta medicinal clásica: constaba de viñedos, frutales, invernadero, así como fuentes y cascadas. Pero habrá que llegar a Fernando VI cuando su boticario, José Ortega, convenza al médico de los reales ejércitos y presidente de la Real Sociedad Médica, José Suñol sobre la necesidad de crear un jardín botánico en Madrid. Así se creó, mediante R.Orden  del 17 de octubre de 1755, el actual Real Jardín Botánico, teniendo a Joseph Quert como primer director. Estaba ese jardín situado en otra parte, en la carretera del Pardo (la llamada Huerta de Migas Calientes). Quert era cirujano mayor del ejército y un gran investigador botánico. De Quert comentaba el propio Suñol lo siguiente: " llevado por su afición a la botánica y su amor a su país, ha conservado, a expensas propias, en un pequeño jardín que cultiva, algunas plantas que le dieron los mejores botánicos de Europa, en el viaje que hizo por orden del Rey y que tiene 3000 para colocarlas a su tiempo en el jardín real que se ha de hacer en Madrid"( ya que este texto es de 1754)

Carlos III decidió trasladarlo al Prado Viejo, donde formaría parte de ese proyecto ilustrado de carácter científico, como el Gabinete y Academia de Ciencias Naturales (actual Museo del Prado). Encarga a su arquitecto preferido, Sabatini, el proyecto. Las obras comenzaron en agosto de 1774. Como era un plano inclinado, Sabatini creó una sucesión de terrazas, que se aprecian bien en los planos. También construyó todas las obras de ingeniería e hidraúlica y niveló los terrenos. Realizó tres terrazas de 90 cms de diferencia entre sí, delimitadas por líneas de sillería de ladrillo y con sucesión de escaleras. Eran cuadros clásicos y geométricos. Situando simétricamente fontines en el medio. Esta distribución se puede apreciar, todavía hoy, en la primera y segunda terrazas (la de los cuadros y la de las escuelas botánicas). Juan de Villanueva continuó las obras del jardín en 1780. A él le debemos el pabellón central que lleva su nombre, el cerramiento para el emparrado y la entrada actual. El Real Jardín Botánico se inauguró solemnemente en 1781. En aquel entonces se entraba por la puerta que daba al Paseo del Prado. Encima de la cual hay una inscripción en latín que dice "Carlos III, Padre de la Patria, restaurador de la Botánica, para salud y recreo de los ciudadanos, 1781".

"Entrada neoclásica por el Pº del Prado"( Foto wikipedia)

"Real Jardín Botánico" (Paret)

El Salón del Prado era un sitio elegante de paseo, se seguían unas normas de etiqueta, lo mismo que para entrar al Real Jardín Botánico que el rey Carlos III quiso acercar al pueblo de Madrid y por eso lo trasladó junto al Paseo del Prado. En el cuadro de Paret lo vemos en pleno ambiente a finales del s. XVIII. Hoy en día se entra por la Puerta de Murillo, frente a la entrada del Museo del Prado que lleva el mismo nombre. La diseñó Juan de Villanueva siguiendo la forma rectangular, con un hueco arquitrabado del que salen dos columnas dóricas. También en los muros laterales dispuso unos pequeños nichos para futuras esculturas. Todo muy sencillo en piedra y sin decoración escultórica, como se aprecia en las imágenes siguientes:

Entrada por Murillo (Foto SIEMA)

Simetría de la entrada actual ( Foto SIEMA)

La misma entrada desde dentro, con el juego de volúmenes e imágenes con la puerta de Murillo del Museo del Prado (Foto SIEMA)

La primera de las terrazas resulta la más bonita y atractiva para el visitante. En ella se sitúan las plantas decorativas y estéticas, los rosales, las plantas aromáticas y medicinales y la huerta. Al fondo de la misma vemos la rocalla, para las plantas de montaña.
Vista de la terraza de los cuadros o primera (Foto SIEMA)

Tulipanes y bulbos ( Foto SIEMA)

Sucesión de fontines ( SIEMA)

Está montado de manera muy didáctica. Se conocen muy bien los diferentes tipos de rosas, desde los más antiguos a los más novedosos, con una amplia variedad de rosas inglesas. No hay que olvidar que en Gran Bretaña son famosos los concursos de rosas. Las espectaculares camelias, tan de moda desde el s XIX y XX para la decoración de los vestidos. O que decir del huerto. Donde explican los diferentes tipos de frutos (carnosos, secos y silvestres) y donde los niños de ciudad pueden contemplar la fruta y verdura en su propio medio de producción. Cuando he hecho esta visita con niños les sorprendían que la patata o zanahoria salieran de debajo de la tierra y, a las mamás, la planta del comino, tan usado en la cocina española. Al final de esta terraza, detrás de la rocalla se ve el moderno muro de ladrillo que se construyó cuando se hizo en 1882 el Ministerio de Agricultura actual, quitando muchas hectáreas al Jardín Botánico.
Camelias (Foto SIEMA)

La reina Isabel II con la princesa de Asturias . Obsérvese las camelias de tela cosidas al vestido 
(Foto Franz Winterhalter, 1855. Patrimonio Palacio Real)

Planta del lúpulo (Foto SIEMA)

Acelgas y remolacha (Foto SIEMA)

Cominos del huerto (Foto SIEMA)

Hinojo de Florencia (Foto SIEMA)

Rocalla y muro moderno que lo separa de la Cuesta de Moyano (Foto SIEMA)

El Jardín Botánico también dispone de una colección de esculturas en bronce o piedra. En este último material están esculpidos los diferentes directores del Real Jardín, desde Quert, pasando por José Cavanilles, Lagasca o Simón de Rojas. En la avenida de Carlos III, que da a la Puerta del Rey (o puerta original de Sabatini ) destaca la escultura de bronce del rey Carlos III  realizada por Alfonso Bergazten, que era director de la Real Academia de San Fernando en 1783 y donada a este jardín en 1981 por la Fundación Juan March, al conmemorarse el segundo centenario del mismo. En la terraza de las escuelas botánicas encontramos una clasificación científica de las plantas, ordenadas por familias, siguiendo la clasificación de Linneo, desde las más simples a las más evolucionadas. Aquí también se encuentra uno de los símbolos del Botánico madrileño, el Olmo milenario llamado pantalones por la curiosa forma del tronco.
Estatua de Cavanilles (Foto SIEMA)

Arbol con hojas de palmita ( Foto SIEMA)

Olmo pantalones (Foto SIEMA)

                                      Otra preciosa vista del Botánico en otoño ( Foto SIEMA)


La terraza del plano de flor se realizó en 1858, junto al Pabellón Villanueva, diseñado por el arquitecto neoclásico, también en sentido horizontal, con galerías de columnas y cristales en los laterales y un gran pórtico con columnas clásicas adelantado. Se sigue pues un diseño de jardín romántico o inglés, con praderas, senderos sinuosos, lagos. Es que la Guerra de la Independencia afectó también al jardín, especialmente a esta parte superior que era la situada más cerca del Parque del Retiro, por eso se tuvo que restaurar más adelante. Las reformas de esa época se las debemos al botánico Mariano de la Paz Graells, quien realizó también el invernadero antiguo en el lado Norte que lleva su nombre y un pequeño zoo antes de que se trasladaran los animales al Retiro. El invernadero conserva todavía la antigua chimenea de la caldera, el suelo para el sistema de calentamiento con fermentación de estiercol (actualmente no se usa), o la decoración de hierro y cristal decimonónica, que es espectacular en la bóveda de cristal y columna del fondo. Aquí hay incluso un estanque con peces. El otro invernadero de los años 90 llama la atención por las plantas exóticas, desde la del desierto (cactus, aloe, plantas piedra) a las de los trópicos o la selva del final, donde hay incluso plantas carnívoras.

Terraza del plano de flor, con el estanque con el busto de Linneo y el pabellón Villanueva al fondo.
(SIEMA)

Chimenea original del invernadero de Paz Graells (Foto SIEMA)

Lateral de la estufa de Graells (Foto SIEMA)

Estufa de las palmas de Graells (Foto SIEMA)

Desde 1939 este jardín depende del CSIC. Con lo cual se sigue el afán investigador de sus orígenes, cuando estaba aquí la cátedra de Botánica y se sumaban todos los esfuerzos, también las conocidas expediciones científicas del siglo XVIII. Por ejemplo la de Perú y Chile en 1778, la de Nueva Granada en 1783, apenas dos años después de inaugurado. O la larga en el tiempo de Malaspina, que salió en 1789 y no regresó hasta 1793. De esas expediciones se traían nuevas especies, se dibujaban excelentes láminas y se creaban herbarios maravillosos para su uso en la investigación. En Real Jardín Botánico actual fue inaugurado por los reyes D. Juan Carlos y Dª Sofía en 1981. Luego se añadiría la última y moderna terraza, la alta o de los laureles, destinada a colecciones especiales como la de los bonsais. Algunos de esos ejemplares son muy llamativos, como el tilo o el pino ( que parece un bosque de pinos en miniatura ). 
Terraza alta o de los laureles, con algunos bonsais y el estanque y noria (Foto SIEMA)

Para visitarlo bien habría que pasarse más de una vez, ya que además cuenta con muchas exhibiciones o exposiciones temporales. Si quiere más información, les facilito su página web www.rjb.csic.es. Justo al lado recomiendo hacer un parón en el restaurante El Botánico www.restaurantebotanico.com. Un sitio con auténtico encanto y unas vistas maravillosas desde su terraza que, por cierto, está abierta todo el año. Conviene reservar,  ya que el espacio es muy acogedor, pero algo pequeño para lo solicitado que está. Renovado hace más de dos años, su dueña, Cristina Huete, y el gerente José María, lo saben llevar con muy buen hacer y buen gusto. Mantiene el estilo de siempre, con su interior coqueto lleno de plantas y obras de arte. Pero la carta renovada ha ganado en calidad y, también el servicio. No dejen de tomarse en él un merecido descanso después de su visita a esta zona de Madrid. Gracias por seguirnos. Todavía más en www.siema.es o facebook Proyecto Siema.

Maribel Piqueras

Fachada del Botánico (Foto SIEMA)

Interiore del restaurante El Botánico (Fotos SIEMA)


Rincón con la ventana al Jardín Botánico (Foto SIEMA)



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