Querido lector, el Bosco siempre estuvo presente en las colecciones reales españolas y, siempre contamos con importantes obras suyas en Madrid. Pero a raíz de la exposición del V Centenario de su muerte, el Museo del Prado nos lo redescubre. Por eso os animamos a hacer con SIEMA Matritense-Madrid con Encanto un recorrido por su personalidad y obras a través de la disposición en estas salas de la exposición.
EL BOSCO Y HERTOGENBOSCH
Hieronymus Van Aeken Bosch nació y murió en la ciudad holandesa de Hertogenbosch. El misterio que envuelve toda su vida afecta también a la fecha exacta de su nacimiento, que no conocemos. Se sitúa entre 1450-53. No así la fecha de su muerte, 1516 Ya que existe documentación acerca de su funeral, el 9 de agosto de 1516, en la Cofradía de Nra Señora de Hertogenbosch. Casi todo lo que sabemos del Bosco se lo debemos a los archivos de esa cofradía. Pertenece a una tercera generación de una familia de pintores, pero no heredó el taller de su padre, ya que no era el primogénito. El origen de su apellido, Van Aeken, indica la procedencia de Aquitania de sus antepasados. Realmente conocemos muy pocos datos sobre él. Consta que estuvo casado con Aleyt, de familia acomodada, pero no llegaron a tener hijos. También conocemos que, desde 1486, formaba parte de la Cofradía de Nra Señora de la iglesia de San Juan de Hertogenbosch y que pasó casi toda su vida en esta ciudad, salvo unos años que estuvo en Venecia.
Retrato del Bosco (aguafuerte de Cornelius Cort)
El retrato más fidedigno del Bosco es el grabado de Cornelius Cort con el que se abre la exposición. Nos muestra a un artista ya maduro, de unos 50 años, donde lo que más destaca son sus ojos: grandes, muy abiertos y como salidos de las órbitas. Hertogenbosch está situada en el sur de Holanda, cercana a la ciudad de Breda. Pertenecía entonces al gran ducado de Brabante, de ahí el nombre francés, Bois-le-Duc (bosque del Duque). Una ciudad muy rica, que vivía del comercio de telas y de la agricultura. Ambas cosas aparecen reflejadas en las obras del Bosco: conoce a la perfección los elementos de la naturaleza, disfruta con todo detalle al dibujar plantas, flores, frutas o verduras. Sabe del trabajo del campesino y todo tipo de utensilios para trabajar en el campo. También conoce el Bosco los diferentes tintes para las telas, los tejidos a la perfección: tanto ropas populares o disfraces usados en diferentes festejos, como elegantes ropas de los nobles. Gusta enormemente de reflejar su ciudad en las obras: las murallas, la plaza del mercado (donde él mismo residía ) con la iglesia de San Juan y la torre del ayuntamiento.
Artistas que trabajaron con él en Hertogenbosch nos sitúan en la época y la ciudad: como un "Ecce Homo" del taller del Bosco, que lo encargó otro hermano de la Cofradía (Peter Van Os), relieves del escultor Adriaen Van Wessel para decorar la iglesia de San Juan en 1475-77 o el precioso "Mercado de paños de Hertogenbossh".
INFANCIA Y VIDA PÚBLICA DE CRISTO
A diferencia de la mayoría de sus compañeros pintores contemporáneos, el Bosco apenas trata Natividades o Vírgenes con Niños. Pero, además del Nacimiento del Metropolitan, que es mucho más parecido al resto de nacimientos de la pintura holandesa, podemos contemplar el original "Tríptico de la Adoración de los Magos" que cuenta el Museo del Prado. Nuestro artista divide la escena en tres partes: la superior con el horizonte, los edificios y murallas de su ciudad de Hertogenbosch, las suaves colinas y paisaje. El del medio donde aparece una escena de batalla, como si quisiera hacernos ver que el nacimiento de Cristo no ha traído la paz al mundo. Y, por último, la escena principal. Una Virgen flamenca con el Niño en sus brazos, ante quien se postran los tres Reyes Magos de ricas vestiduras y símbolos (Baltasar con el ave fenix, Gaspar con la esclavina de la reina de Saba y Salomón, Melchor detrás de la escultura del sacrificio de Isaac). Todos esos símbolos serían como antecedentes de la figura de Jesucrísto. Un Herodes cariturizado como lujurioso y rodeado de personajes horribles aparece asomando dentro de la choza. En la escena de la izquierda, un ausente San José, lavando y secando los pañales al fuego.
Tríptico de la Adoración de los Magos, el Bosco (Museo del Prado)
LOS SANTOS
En el mundo católico los santos tienen mucha importancia. Se les da un tipo de culto diferente al dado a Dios o la Virgen, son protectores e intercesores de los hombres ante Dios. La iconografía más representada por el Bosco es San Juan, advocación de la iglesia y, después catedral, de Hertogenbosch y también el nombre de su propio abuelo. San Antonio, como su padre, santo eremita que estuvo sometido en vida a fuertes tentaciones del demonio. Otro santo que vivió solitario en el desierto, gran defensor de la austeridad, como S. Juan Bautista. San Cristobal, o el caminante por el camino de la vida, sorteando todo tipo de dificultades. O la rara Santa Wilgefortis, que algunos piensan que sea sólo una leyenda y no existiese en la realidad: esa santa martirizada en la cruz, que pidió al cielo tener barba para así estar lejos de su marido con el que le obligaron a casarse. Llama la atención la finura y delicadeza del rostro de San Juan en Patmos, la composición triangular, los fondos difuminados y su gran colorido.
Meditaciones de San Juan Bautista (Museo Lázaro Galdiano)
Tentaciones de San Antonio (Museo del Prado)
San Juan en Patmos (Berlín, Staatliche Museen)
DEL PARAÍSO AL INFIERNO
Para ser un pintor de transición al Renacimiento, el Bosco se nos muestra, en muchos aspectos como un pintor medievalista, sobre todo en la temática recurrente del pecado y el juicio final. En el mundo del Románico si se representaban mucho estos temas, con todo el bestiario que acompañaba a este tipo de escenas. Pero en el gótico, sobre todo en los siglos XIV y XV se prefería recurrir a la figura de Jesús como salvador, tanto en Natividades o Vírgenes con Niño, como el la cruz. Eso es lo que hacían sus contemporáneos. Uno de los grandes misterios del Bosco es por qué recurre a esta iconografía ya pasada de moda, por qué se muestra tan pesimista e insistente en el pecado y el mal en el hombre. Se han dado muchas respuestas: el hecho de vivir en el cambio de siglo y participar de cierto milenarismo; también la extensión por Holanda y ciertas regiones centroeuropeas de una mentalidad preprotestante sobre la fe, en la que el hombre estaría corrompido por naturaleza y las obras de los hombres no servirían para nada, sino que sólo la fe bastaría para salvarse. Es verdad que la situación de parte de la iglesia católica y algunas costumbres escandalizaban al pueblo. Y, mientras que en algunos países, como España, se buscaba reformar esa iglesia desde dentro, en otros, como los estados alemanes, GB u Holanda, preferían reformarla rompiendo con ella. Por tanto al Bosco, en relación con estos temas, hay que contemplarlo dentro del contexto histórico y espiritual de la época en que se mueve, de esa búsqueda generalizada de una vida más ascética y austera. Otros piensan que con estos temas escabrosos trataría de ilustrar los llamados "exempla contraria" o ejemplos a evitar.
Aquí se enmarcaría el famoso "Carro del Heno", del cual existen dos versiones . La de mayor calidad es la del Museo del Prado y luego existe otra en el Escorial, que parece ser una copia. Esta obra es fácil de interpretar. Sigue el proverbio flamenco de que la vida es como un carro de heno del cual cada uno va cogiendo lo que puede. La presentación de las escenas en el tríptico es muy original, ya que en vez de situar en la tabla central el Juicio Final y, en la laterales, el Paraíso y el Infierno, coloca en la central este carro de heno de gran tamaño. Por la izquierda se acercan al carro, a caballo y a pié los poderosos de la tierra: nobles, reyes, el Papa, el Emperador. Debajo del carro y delante aparece todo tipo de gente, peleándose por coger algo de heno. Encima del carro dos enamorados con símbolos de la lujuría y un ángel desesperado. En la parte de abajo una dama a la que la están robando, un médico, un fraile mandando a monjas recoger heno. Muy importante en el Bosco son también los reversos de los trípticos, en grisalla. En este caso el Bosco pintó el camino de la vida, tema que también repite mucho.
Aquí se enmarcaría el famoso "Carro del Heno", del cual existen dos versiones . La de mayor calidad es la del Museo del Prado y luego existe otra en el Escorial, que parece ser una copia. Esta obra es fácil de interpretar. Sigue el proverbio flamenco de que la vida es como un carro de heno del cual cada uno va cogiendo lo que puede. La presentación de las escenas en el tríptico es muy original, ya que en vez de situar en la tabla central el Juicio Final y, en la laterales, el Paraíso y el Infierno, coloca en la central este carro de heno de gran tamaño. Por la izquierda se acercan al carro, a caballo y a pié los poderosos de la tierra: nobles, reyes, el Papa, el Emperador. Debajo del carro y delante aparece todo tipo de gente, peleándose por coger algo de heno. Encima del carro dos enamorados con símbolos de la lujuría y un ángel desesperado. En la parte de abajo una dama a la que la están robando, un médico, un fraile mandando a monjas recoger heno. Muy importante en el Bosco son también los reversos de los trípticos, en grisalla. En este caso el Bosco pintó el camino de la vida, tema que también repite mucho.
Visiones del Más Allá (Venecia, galleria dell´Academia)
En cuanto a las interesantes "Visiones del Más Allá", que se encontraron en 1521 en las posesiones del cardenal veneciano Domenico Grimani, no sabemos cuál pudo ser la estructura original del retablo. Percibimos los intensos colores venecianos, sobre todo en la escena del Paraíso. En la del Infierno nos recuerda al Dante de la Divina Comedia. Ahora la técnica no es tan minuciosa, mete menos personajes y pintados a modo más general. La más llamativa es la es la llamada Ascensión al Empíreo, donde los ángeles de la guarda llevan a las almas a la visión de Dios. Van como por un tunel, de dónde sale la luz. Difumina los contornos de los que van por el tunel, debido a la intensidad de la luz. Es muy original. A lo mejor el mismo pasó por esa experiencia o alguien muy enfermo se lo contaría después de recuperarse. Lo que todos hemos oído de que sienten las personas a punto de morir y que luego se recuperan, eso de que hay una luz al final de un tunel.
EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
Este gran tríptico es el que más público atráe y el que más diferentes interpretaciones sugiere. Encargado por Elgelbert II de Nassau. Pasaría después por diferentes manos, como Enrique de Nassau, Guillermo de Orange. A este último se lo confiscó en 1568 el prior de la orden de San Juan, Fernando de Toledo. Cuando falleció, en 1591, el rey Felipe II, lo adquirió en su almoneda y lo llevó a El Escorial. En esta residencia ya disponía Felipe II de otras obras de El Bosco. En cada una de las tablas hay cuatro niveles de altura y, también niveles de interconexión. Las tablas del Paraíso y del Jardín son muy parecidas en colores y disposición. El Paraíso, según el Bosco, no es todo amor y ausencia de mal, sino que el demonio está ya ampliamente presente en forma de roca antropormorfa ( marcando los ojos y boca ) que Dalí imitaría. Dios, con forma de Jesucristo crea a Adan y Eva y nos está mirando fijamente. En la parte superior de ambos personajes unos animales, que simbolizan los elementos masculinos, a la izquierda, y las características femeninas, a la derecha.
Parte superior de la tabla central del Jardín de las Delicias
Detalle de la tabla de la izquierda, el Paraíso, con la roca antropomorfa que Dalí imitaría en el Gran Masturbador y los animales simbolizando al hombre y la mujer (foto abc.es)
En la escena del Paraíso la estructura que aparece en el agua puede recordar a alguna aguja de catedral, o también a instrumentos de la alquimia. La parte superior de la tabla central o Jardín de las Delicias aparecen cinco estructuras arquitectónicas de carácter surrealista. La esfera central, que puede simbolizar el mundo, está fracturada, dando a entender la enorme fragilidad humana. La fuente de la vida es otro símbolo alquimista. En el centro del lienzo aparece un estanque con mujeres de todo tipo de razas y, alrededor de ellas, cabalgan solamente hombres, en grupos, sobre animales que simbolizan los pecados capitales. Está todo el lienzo lleno de elementos sexuales: agujeros de la vagina, el movimiento de cabalgar. Las frutas que pintó el Bosco también están cargadas de elementos eróticos y afrodisíacos (cereza, madroño, fresas, moras). Las frutas y animales representados son de enorme tamaño. Como la imaginación del Bosco es tan maravillosa, a menudo el espectador no se fija en su cuidado dibujo, en la técnica, ni en el colorido o la composición. El Bosco era un hombre muy culto, gran lector (conocía la literatura religiosa y profana de su época, de la que da muchas citas y referencias). También conocedor de las miniaturas y grabados más famosos de su tiempo. Yo destacaría la manzana con la pareja y una pierna de un tercer personaje que aparece, símbolo del adulterio; o la torre de coral llena de chicos jóvenes, donde se simboliza la homosexualidad; también en la esquina inferior derecha de la tabla central aparece Adán mirándonos y señalando a Eva como culpable de todo.
Detalle: la manzana flotante (Foto abc.es)
Detalle (abc.es)
Los cuerpos son blanquecinos, y parecen seguir todos el mismo modelo, no están individualizados. Imaginación desbordante, movimiento y colorido. La escena del infierno a la derecha produce verdadero pavor. No caben las almas, por eso los demonios siempre están construyendo torres. El hombre árbol parece ser un autoretrato, hueco por dentro, con los pies apoyados en barcas, pasa por diferentes colores del negro al gris, terminando en rojo como el mercurio, tan usado por los alquimistas. Así como el agua, el azufre o los tubos, siempre presentes en el Bosco, son también elementos alquimistas. Las almas sufren castigos debidos a sus pecados: por el juego, la lujuria, la gula( el cerdo de abajo), la avaricia ( el curioso monstruo sentado en la letrina que se traga hombres, algunos de ellos echan a un agujero sus excrementos en forma de monedas)
EL MUNDO Y EL HOMBRE: PECADOS CAPITALES Y OBRAS PROFANAS.
La Tabla de los pecados capitales es una de las primeras obras que adquirió Felipe II y ya está documentada su presencia en el Escorial en 1574. El Bosco expresa con citas bíblicas su pintura: en el centro Cristo que resucita del sepulcro y letras en latín que significa "cuidado, cuidado, Dios todo lo ve". En torno a esa figura escenas que representan con todo lujo de detalles los siete pecados capitales. Incluso con guiños a proverbios holandeses, como el de "dos perros con un hueso nunca llegan a entenderse", al pintar dos perros peleándose por un hueso en una de las escenas. Cierran la escena cuatro tondos que representan las postrimerías.
Tabla de los pecados capitales (Museo del Prado)
La nave de los necios (Louvre)
Muy interesante la oportunidad de poder contemplar en esta exposición escenas del tríptico incompleto del Camino de la Vida, como el Vendedor Ambulante (Rotterdam), la Muerte y el Ávaro (Washington), la Nave de los Necios (Louvre) o la Alegoría de la intemperancia (New Haven). Esta Nave de los Necios, pintada en la última década del s XV, se la relaciona con un poema satírico, titulado igual, y compuesto en 1494 en Estrasburgo por Sebastián Brandt, pero la imaginación del Bosco consigue superar la fuente literaria en al que se basó.
LA PASIÓN DE CRISTO
Aunque en muchas grisallas de los reversos de las obras anteriores están representadas escenas de la Pasión, será sobre todo al final de su vida, cuando se centre en esta temática. Ya la composición es totalmente renacentista: pocas figuras y de carácter monumental en la mayoría de las obras. Como los Caminos al Calvario de el Escorial o de Viena, la Coronación de espinas de la National Gallery de Londres o el Tríptico de la Pasión de Valencia.
Coronación de espinas (National Gallery de Londres)
En esta Coronación de Londres un Cristo de facciones dulces nos interpela con la mirada. Le corona el personaje de la izquierda, con el sombrero atravesado por la fecha (representa la autoridad civil). Tiene un guante metálico para no hacerse daño y la corona de espinas aparece colocada como una aureola de santidad. El otro personaje es el poder militar, abajo el pueblo ( representando la ira que agarra a Jesús por el pecho). Y debajo, a la izquierda, la autoridad religiosa, los rabinos, con el rollo de la ley en la mano.
Ecce Homo de Frankfort
En el Ecce Homo que viene de Frankfurt, cuya copia se expone al inicio de la muestra y, al final, esta otra original, nos muestra a Cristo desnudo, con la soga al cuello, la corona de espinas y la túnica, tirado por Pilatos, que lo enseña al pueblo con esas palabras: "Ecce Homo" (ahí tenéis al hombre). Junto a Jesús, aparecen de nuevo las autoridades civiles, religiosas y militares. Abajo el pueblo lleno de ira con gestos muy expresivos y las figuras desdibujadas de los donantes. Al fondo escenas de la ciudad del Bosco, Hertogenbosch, con la plaza del mercado o la iglesia de San Juan.
Con esta información os animo a conocer las obras in situ e ir con paciencia a contemplarlas, por la cantidad de detalles que tienen. Todavía hoy es un pintor que se nos muestra abierto a múltiples sugerencias e interpretaciones. Si quieres que te guiemos, no tienes más que contactar con nosotros en info@siema.es, aunque ya quedan pocos turnos por cubrir.
Hasta pronto:
Maribel Piqueras
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