lunes, 30 de abril de 2012

Palacio Garay Vitorica

Es una de las casas-palacios más bonitas construídas a principios del s.XX en la zona del ensanche madrileño. Se la debemos al empresario vasco Antonio Garay Vitorica, que compró un gran solar en esquina dentro de la aristocrática calle de Almagro. Como el espacio con que contaba era muy grande pensó en hacerse un palacete, casa del guarda y una serie de viviendas para alquilar. Le encargó el proyecto al arquitecto bilbaíno Manuel María Smith e Ibarra, quien lo realizó entre 1915-1917. a la muerte del empresario este palacio fue pasando por diferentes manos: se vendió y fue sede de la embajada de Bélgica, también ejerció de hospital de sangre. Luego estuvo unos años bastante abandonado y se libró de ser demolido porque lo adquirió el Colegio de Ingenieros de Caminos de Madrid, cuya sede se inauguró en 1979. Se conservan íntegras las fachadas y cubiertas (que pueden admirarse con todo detalle desde el exterior), pero se eliminó del interior toda la decoración que tenía y que estaba inspirada en las casas señoriales del País Vasco, de donde era oriundo el dueño: artesonados de maderas nobles, chimeneas de piedra labrada, carpinterías talladas, etc..)

Entrada para carruajes bajo la marquesina (SIEMA Matritensis)

Fachada principal con la puerta para personas de entrada al palacete
(SIEMA Matritensis)

Detalle del escudo de los Garay-Vitorica (SIEMA Matritensis)


Vista del palacio desde la calle Jenner (SIEMA Matritensis)

La primera foto corresponde a la entrada al palacio en carruaje, por el patio y el jardín. Para ello se construyó esa moderna marquesina de hierro y cristal apoyada en columnas con capiteles de inspiración medieval. En el zaguán, una amplia escalera curva de dos brazos conducía a los invitados al recibidor de la planta noble. En la siguiente imagen vemos el remate semicircular de la puerta principal de entrada al palacio por la calle Almagro y, sobre él, Smith e Ibarra realiza la decoración más espectacular. Siguiendo el estilo ecléctico del s. XIX y, volviendo la mirada al glorioso s. XVI (según la mentalidad que tenía en esa época la aristocracia madrileña). El arquitecto toma como base el Plateresco mediante un gran ventanal con parteluz que sirve de apoyo a dos pequeños arcos de medio punto cobijados bajo el alfiz del arco rebajado; los fustes de las columnas laterales presentan una decoración romboidal y la central es de palmetas. La talla y los motivos recuerdan a los utilizados en la época de los Reyes Católicos. Debajo aparece el gran escudo de los Garay, con los dragones, antorchas y roleas.

En la distribución de la fachada se dan grandes variaciones entre la decoración de los diferentes pisos. Por ejemplo la planta baja actúa como basamento con algunas ventanas circulares, la planta primera es la planta noble del palacio y aquí las balaustradas son de piedra. Mientras que en la segunda planta los balcones y ventanas llevan unas decorativas barandillas de hierro. En el ático las ventanas aparecen unidas entre sí por una franja de piedra blanca, que crea una alternancia muy colorista.

Fachada a la calle Jenner con detalles de sus diferentes volúmenes (SIEMA Matritensis)

En la fachada de la calle Jenner, más luminosa, situó las estancias principales como el gran comedor o el salón de fumar. El tipo de torre chaflán en el ángulo sigue esta característica del ensanche madrileño que no siempre se cumple. Este modelo de torre es propio de la arquitectura vasca. En ella contrasta el blanco pulido de la piedra de Pretil arriba con los muros de arenisca y vemos los típicos aleros sobresalientes de madera oscura del norte de España. La sensación de profundidad de los mismos es más acentuada porque la carpintería oscura del pequeño piso bajo la cubierta se funde con la madera oscura de los canecillos. También se conserva sobre este cuerpo la gran veleta de hierro original. La parte más vistosa es el enlace de la torre chaflán con este cuerpo lateral de la calle Jenner. Destaca la bella terraza enmarcada por un gran arco carpanel, a la que se accedía desde el salón de fumar, donde destacan esos anchos fustes que imitan el estilo isabelino. Arriba retranqueó la última planta. Hay un juego muy original de volúmenes en todo el edificio.

 Escalera curva para subir al palacete y se ve la parte trasera de la casa del guarda (SIEMA Matritensis)

                                 Parte del grupo de una de las visitas y, a la derecha, la entrada a la 
                                               casa del guarda (SIEMA Matritensis)

Muy cerca de aquí está el Instituto Goethe (Calle Zurbano), junto a la embajada alemana. Además de aprender alemán, se puede disfrutar de cara a la primavera de su terraza, con una mezcla de pinchos españoles y algún toque alemán. Es pequeña pero muy coqueta y tranquila. A la hora del café de la mañana se llena rápidamente. 

Maribel Piqueras

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