Recomiendo vivamente acudir a esta exposición del IV Centenario por la muerte de Cervantes, que podremos visitar hasta el 22 de mayo del 2016 en la Biblioteca Nacional (Pº de Recoletos 20). Es la mejor inmersión en Cervantes hombre que he visto nunca. Todo ello ambientando con retratos originales, manuscritos, obras literarias, esculturas, videos y muchos testimonios. En el post de hoy algunos flashes para entenderla mejor, como siempre hacemos desde SIEMA. La sede de la exposición no puede estar mejor elegida, ya que la Biblioteca Nacional de España cuenta con los mayores fondos cervantinos del mundo. Está dividida en tres áreas: Cervantes como hombre, como retrato y como mito.
UN HOMBRE LLAMADO MIGUEL DE CERVANTES
Comienza la exposición con un vídeo donde el mismo personaje nos introduce en su vida y obra. Encontramos su partida original de bautismo, con fecha del 9 de octubre de 1547 y que proviene de Alcalá. Aunque no sabemos la fecha exacta de su nacimiento en esa ciudad, como cuarto hijo del Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Solamente se conservan 11 documentos autógrafos de Cervantes, casi todos ellos relativos a su vida profesional, que se pueden contemplar en nuestro recorrido. Por ejemplo cuando solicita prórroga para concluir su trabajo de cobros en el Reino de Granada o, cuando agradece a Juan de la Cuesta la entrega de un ejemplar del Ingenioso Don Quijote. Se percibe su letra clara, precisa y su firma grande con -b.
Manuscrito autógrafo de Cervantes solicitando prórroga en su trabajo de cobros en el Reino de Granada. Málaga, 17 de noviembre de 1594. (Foto SIEMA)
Este es del 9 de marzo de 1616, cuando agradece a Juan de la Cuesta la entrega de un ejemplar de El Quijote (Foto SIEMA)
Cervantes formó parte de la época que le tocó vivir y estuvo muy vinculado a la Monarquía hispánica y a la literatura de su tiempo. Fue un gran viajero que recorrió, prácticamente, toda España y todo el Mediterráneo, como ilustran los numerosos mapas de las ciudades o regiones donde vivió nuestro protagonista: Alcalá, Madrid, Valladolid, Sevilla, Barcelona, Portugal, Nápoles o N de África. Durante gran parte de su vida desarrolló un labor heroica como soldado. A través de las pagas que recibe y, de testimonios de sus contemporáneos se va viendo su ascenso. Él también narra en numerosos escritos esta vida soldadesca y su famoso cautiverio en Argel. Con sólo 22 años se embarcó para Italia al servicio de Giulio Acquaviva y así, en 1569, Cervantes está en Roma. Lo dejó pronto para entrar a trabajar como soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Montcada, con el que se embarcó en la galera Marquesa , la cual estaba en la batalla de Lepanto el 7 de octubre de 1571. Ahí comenzaría su ascenso por su bravura, aún con fiebre y los dos arcabuzazos que recibió en el pecho y una mano. Aunque popularmente se le conocía como el "manco de Lepanto", no le faltaba una mano, sino que tenía inutilizada la mano izquierda, como anquilosada. Se recuperaría de sus heridas en el hospital de Messina y allí, seguramente, recibiría la visita de D. Juan de Austria, como solía hacer este capitán siempre con el personal herido. Además, D. Juan de Austria le aumentó la paga a " 3 escudos de ventaja". Llegará a recibir 30 en 1575, cuando ya había llegado a ser cabo o alférez.
"D. Juan de Austria visitando a Cervantes", de Eduardo Cano de la Peña, 1823-97.
Museo de Cádiz (Foto SIEMA)
En la exposición encontramos muchos mapas y cuadros de esa batalla de Lepanto. Más tarde, regresando de Nápoles a España en la galera Sol, con cartas de recomendación del propio D. Juan de Austria y del Duque de Sessa, el 26 de septiembre de 1575, a la altura de la Costa Brava, les hizo prisioneros una flotilla turca, llevándoles a su hermano Rodrigo y a él a Argel. Por las cartas que llevaba pensaban que era un personaje importante. Pasó cinco años de duro cautiverio, donde volvió a hacer gala de su heroísmo organizando intentos de fuga que siempre fracasaron. También dió muestras de gran generosidad echándose todas las culpas siempre sobre sí, permitiendo que su hermano Rodrigo fuese rescatado antes o defendiendo a sus compañeros de cautiverio. En sus obras transmite la experiencia de este cautiverio y su gran conocimiento del mundo árabe.
Manuscrito sobre la paga de 10 escudos a Cervantes por sus servicios como soldado
(Foto SIEMA)
Cervantes no se nos muestra culturalmente en una burbuja, sino que participaba de la activa vida cultural de su tiempo. No tuvo estudios universitarios, pero si conocía la literatura renacentista, sobre todo del estudio de Juan López de Hoyos, de quien aprendió estudios humanísticos y poesía. En 1569 había publicado éste un libro sobre la enfermedad, muerte y exequias de la reina Isabel de Valois en el que incluyó tres poesías de circunstancias compuestas por Cervantes y comentaba López de Hoyos "Miguel de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo". Desde esta primera también escribirá nuestro autor numerosas poesías, incluidas dentro de sus obras o, la que expone la Biblioteca Nacional, un soneto preliminar que ilustraba un curioso juego de Oca de una obra cortesana dedicada a Mateo Vázquez, secretario de Felipe II ("Filosofía cortesana moral", de Alonso de Barros. Madrid, Pedro de Madrigal, 1587. Cuyo original está en el British Museum)....pero no pudo competir con la enorme calidad de nuestra poesía del siglo de oro. Si escribirá novelas, entremeses, comedias, en fin, muy buena prosa. Sus primeras ediciones se pueden contemplar en esta parte de la exposición.
"Segunda parte del Ingenioso Caballero Don Quijote" de Cervantes, por Juan de la Cuesta, 1615.
Biblioteca Nacional . (Foto SIEMA)
De sus últimos momentos de este Cervantes hombre es muy interesante la localización de su última vivienda en el mapa de Pedro Texeira. Estaba situada en la calle Francos (hoy Cervantes) y a ella se accedía por la calle León. Pero en 1833 se derribo ese bloque de viviendas y se construyó el actual. Para saber más de esa casa y de las Trinitarias aconsejo leer http://madridconencanto-siema.blogspot.com.es/2013/10/barrio-de-las-letras-y-convento-de-las.html. Cervantes se mantuvo activo y lúcido hasta el último momento. En la exposición se puede contemplar su última carta, así como el Testamento que redactó su mujer en 1610 (aunque fallecería después que Cervantes, en 1620) y, lo que a mi juicio, es muy importante, el libro de difuntos del Convento de las Trinitarias. Este libro y sus anotaciones, más la última voluntad del escritor corroboran lo que se sabía desde siglos: Cervantes está enterrado en las Trinitarias. El libro es un manuscrito de los s XVI-XVII, descubierto en 1745.Otro asunto mucho más complicado es poder localizar sus huesos con certeza.
En la esquina de la calle Los Francos estaba situada la última vivienda de Cervantes. Detalle del plano de P Texeira de "Topografía de la villa de Madrid"(Foto SIEMA)
Libro de Difuntos del Convento de las Trinitarias. El cuarto epígrafe, a la decha, indica que Cervantes murió el 23 de abril y está ahi. (Foto SIEMA)
"Los últimos momentos de Cervantes", de Victor Manzano y Mejorada. 1856, Refleja el momento en que está escribiendo la carta al Conde de Lemos en Los Trabajos de Persiles, sólo tres días antes de morir. Museo del Prado. (Foto SIEMA)
UN RETRATO LLAMADO MIGUEL DE CERVANTES
Esta sería la segunda parte de la exposición. Casi no existen retratos de nuestro artista, así que la mayoría de los autores han tenido que recurrir a lo que el propio Cervantes cuenta de sí mismo en sus obras. Como el retrato de palabras al inicio de las Novelas ejemplares, que le sirvió al pintor William Kent para realizar la obra "Retrato de Cervantes por él mismo" cuando, en 1738 y ante la imposibilidad de encontrar retratos verdaderos del autor, Lord Cartenet, que era el que impulsó la primera edición de lujo de El Quijote encargó a Kent que pasara a imagen lo que Cervantes comentaba de sí mismo. Muchas veces en El Quiijote, por ejemplo, el capítulo 39 donde cuenta su cautiverio, o en las aventuras de otras de sus obras, sabemos de esos rasgos autobiográficos. Uno de los retratos más fiables es el pintado por Juan de Juáregui en 1600, donde vemos casi otro Quijote: delgado, de frente ancha, labios pequeños y finos, ojeroso, pero con ojos negros muy expresivos. No se parece en nada al retrato de Alonso del Arco del sXVIII.
Esta sería la segunda parte de la exposición. Casi no existen retratos de nuestro artista, así que la mayoría de los autores han tenido que recurrir a lo que el propio Cervantes cuenta de sí mismo en sus obras. Como el retrato de palabras al inicio de las Novelas ejemplares, que le sirvió al pintor William Kent para realizar la obra "Retrato de Cervantes por él mismo" cuando, en 1738 y ante la imposibilidad de encontrar retratos verdaderos del autor, Lord Cartenet, que era el que impulsó la primera edición de lujo de El Quijote encargó a Kent que pasara a imagen lo que Cervantes comentaba de sí mismo. Muchas veces en El Quiijote, por ejemplo, el capítulo 39 donde cuenta su cautiverio, o en las aventuras de otras de sus obras, sabemos de esos rasgos autobiográficos. Uno de los retratos más fiables es el pintado por Juan de Juáregui en 1600, donde vemos casi otro Quijote: delgado, de frente ancha, labios pequeños y finos, ojeroso, pero con ojos negros muy expresivos. No se parece en nada al retrato de Alonso del Arco del sXVIII.
Retrato de Cervantes por Juan de Jaúregui, 1600. Real Academia de la Lengua
(Foto SIEMA)
Retrato de Cervantes Saavedra por él mismo, de W. Kent. Por George Vertue
(Foto SIEMA)
Retrato de Cervantes por Alonso del Arco, s XVIII. Real Academia de la Lengua
(Foto SIEMA)
La verdad es que sus primeros biógrafos son muy tardíos, como Gregorio Mayáns y Siscar, que terminó de escribir en 1737 la primera de las biografías cervantinas para acompañar a una edición del Quijote. Por tanto, teníamos de Cervantes muy pocos datos históricos y muchas referencias literarias.
Páginas donde Gregorio Mayáns cuenta brevemente la vida de Miguel de Cervantes
(foto SIEMA)
UN MITO LLAMADO MIGUEL DE CERVANTES
Desde el personaje pasamos a la última parte de esta interesante exposición, donde se muestra la creación del mito de Cervantes. En Europa la obra cervantina va triunfando, generalmente a base de hacer reir. Pero en Inglaterra la valorarán de otra manera y allí empiezan los escritores a ver en Cervantes un modelo a imitar. Podemos contemplar la segunda parte de el Quijote en una edición inglesa de 1620. Durante el s.XIX revive el mito de Cervantes. La guerra de África (1859-60) nos acerca a sus vivencias, así como el gusto por el exotismo oriental que tienen los artistas y la sociedad del momento. La primera escultura pública de Miguel de Cervantes se levantó en junio de 1835 en Madrid, en la plaza de las Cortes. Después vendrían más, como la estatua frente a los arcos de entrada a la Biblioteca Nacional o el famoso monumento a Cervantes de la Plaza de España (Se pueden ver todas las facetas de su creación hasta que se colocó). Del pintor valenciano Muñoz Degrain se expone su obra "Cervantes escribiendo la dedicatoria de su obra al Conde de Lemos" (1916. Biblioteca Nacional). Hoy en día Sancho y Quijote son todo un símbolo de España y objeto para los turistas. Pero el cervantismo es todo un modelo de vida, donde escritores como Ortega, Unamuno, Menendez Pidal se inspiraron. Muy aclaratorias las palabras finales de Javier Gomá: "El nuevo ideal es Cervantes. Si el Quijote fue el libro de la conciencia moderna, la perdurable imagen de su autor está llamada a valer de gran mito post-moderno. España sería mejor, más cívica, más urbana, más humana, si imitara más su ejemplo, si fuera más cervantina". Con estas últimas imágenes me despido animándolos a darse una vuelta y ahondar en esta exposición.
Maribel Piqueras
Vista de la plaza de las cortes y la estatua de Cervantes, tomada de Luis Ambrosini. Litografía de 1837-41, Biblioteca Nacional.(Foto SIEMA)
Modelo en bronce de Cervantes para el monumento de la Plaza de España, Lorenzo Coullot Valera
(Foto SIEMA)
Fotografía de la Biblioteca Nacional del Monumento a Cervantes en la Plaza de España
(Foto SIEMA)
Cervantes nos recibe, el primero a la dcha, en la escalinata de la Biblioteca Nacional
(Foto SIEMA)
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