miércoles, 21 de marzo de 2012

IGLESIA Y CONVENTO DE LAS CARBONERAS

En pleno Madrid de los Austrias, en la Plaza del Conde de Miranda, los madrileños se quedan admirados cuando descubren un convento por el cual no ha pasado la historia. Ya que se conserva prácticamente igual que en la época de su construcción(1615-1625). Nos referimos a la Iglesia y Convento de las Carboneras. La fundación del mismo data de 1605, cuando una descendiente de la Latina, llamada Beatriz Ramirez de Mendoza, decidió establecerse aquí con las primeras religiosas, su hermana y su hija. Beatriz Ramirez de Mendoza, Condesa de Castellar, era bisnieta de la Latina, hija de D. García Ramírez (hijo y sucesor de Nuflo, uno de los hijos de la Latina). Muy piadosa, como la Latina, profesó ya viuda en el convento de las Jerónimas Concepcionistas fundado por su bisabuela (en donde ya estaban de monjas sus hermanas) y, desde allí partió a fundar, cuando le dieron permiso, el convento de las Jerónimas Recoletas del Corpus Christi que ahora nos ocupa. En uno de los muros, a la derecha del altar mayor, está su retrato realizado en las honras fúnebres en este convento.  El apodo de "las Carboneras" como se le conoce desde siempre se debe a la anécdota de una imagen de la Virgen encontrada por un niño en 1665 en la carbonera de su padre. Con esa imagen jugaban los muchachos hasta que les descubrió un religioso, el cual entregó el cuadro al convento más cercano, que resultó que era este de la orden Jerónima. Por fuera denota una sobriedad excesiva: no hay signos exteriores que indiquen que es un monasterio (ninguna cruz, torre o campanario). Sí el estilo propio del Madrid Austria en los muros con zócalo de granito, ladrillo y tejado de teja.  Y sobre una portada barroca de granito un cuadrado donde se representa con un laborioso y bello relieve a "San Jerónimo y Sta. Paula adorando la Eucaristía y una cruz".

Fachada de las Carboneras (wikipedia)

El interior sigue al pié de la letra el modelo de arquitectura religiosa barroca madrileña del s.XVII: planta de cruz latina de una sola nave con presbiterio en alto y toda abovedada con medio cañón de tres tamos con lunetos. Se entra por el lateral. A los pies de la iglesia las rejas del coro bajo y alto de las monjas. Ahí es donde se coloca en Navidad un precioso Belén quiteño, pequeño (solo el misterio y los Reyes Magos). Podemos apreciar los retablos de madera dorada barrocos en los muros laterales, como el de la "Virgen de las Tribulaciones o la Paz" ( imagen del s.XIX que aparece sentada) dentro de una estructura que recuerda a los famosos retablos de Pedro de la Torre y el pequeño crucificado que tiene arriba es del s.XVIII. A continuación el retablo algo más rococó donde está el lienzo de la Virgen de las Carboneras (más emotivo que de calidad pictórica).

Belén quiteño que se expone en las Carboneras en Navidad. Está considerado como 
el más antiguo de Madrid ( SIEMA Matritensis)

Retablo del altar mayor (SIEMA Matritensis)

La única nave  presenta unas dimensiones muy estrechas. Toda la cabecera la ocupa el gran retablo mayor, con el curioso lienzo de la "Santa Cena" de Vicente Carducho. Este pintor de origen napolitano, con una maestría para el dibujo, la perspectiva y el color, era el líder de la escuela madrileña de pintura hasta que quedó desbancado por Velázquez. Aquí nos ha representado el momento de la Santa Cena en un gran lienzo donde la mesa no está en posición horizontal, sino vertical, con lo cual alarga el espacio y la perspectiva se hace más profunda, metiendo al espectador en el mismo momento en el cual estaban sucediendo los hechos del Cenáculo. El lienzo está fechado en 1634, ya en época de Felipe IV. Vicente Carducho es la castellanización de su nombre, que sería Vicenzo Carducci. Acompañó y se formó con su hermano Bartolomé que ya trabajaba en el Escorial para Felipe II, después Carducho trabajó para Felipe III y su hijo. Este retablo de las Carboneras recuerda mucho al del Escorial. No solo lo conocía Carducho, sino que también se inspiró en él el granadino Antón de Morales que fue el que esculpió toda la estructura de madera policromada. La sintonía con el del Escorial se da con mayor evidencia en el Calvario de la parte de arriba del retablo, que reproducimos ahora. Incluye a los extremos esculturas de San Jerónimo, san Juan Bautista o el Ángel de la guarda.


A ambos lados del altar mayor nos encontramos, a la izquierda, un "San Jerónimo" de Francisco Herrera el Mozo y, a la derecha, un retrato de la fundadora en el momento de su muerte. Hay que decir para los amantes de los dulces que es este uno de los pocos conventos de Madrid donde se fabrican dulces con la tradición de los hornos conventuales (pastas, mantecados, galletas y los originales naranjines. que son como bizcochos de soletilla pero con sabor a naranja). Merece la pena acercarse al torno de 9.30h-13h o de 16-18h y ayudar al sustento de las monjas comprando algún dulce. Como son pocas en la comunidad no siempre tienen de todo. El convento se sitúa a la derecha de la fachada de la iglesia. Para que se hagan una idea de las dimensiones que tiene pueden observar los patios que recorren hasta llegar al torno, con las diferentes alturas, ya que los Austrias edificaban añadiendo a lo ya construído, sin demoler las edificaciones anteriores. En planta el convento bordea la iglesia por detrás y llega hasta los coros que se sitúan a los piés de la iglesia.

Muy cercano a este convento está la Plaza del Cordón y en en el nº2, 3º Dcha de esa misma plaza otro espacio con encanto que no quería dejaros de mencionar. Se trata de Espacio de Arte/ Espacio Abierto Javier Aguado. Javier Aguado se dedica a la gestión de patrimonio artístico y documental. Aquí, con vistas al Palacio del Cordón y a los tejados y cúpulas tan característicos de esta parte de Madrid, se levanta un espacio abierto al Arte y a la Cultura. Un espacio grande, elegante, donde saben conjugar la tradición con la modernidad. Lleno de estilo, sin puertas entre los diferentes espacios que lo integran, con una gran luminosidad. En resumen, el espacio ideal para organizar una muestra, exposiciones, una presentación de un libro, un cocktel o lo que a uno se le ocurra, pero eso sí, lleno de mucho encanto.

Maribel Piqueras

En la Galería de Javier Aguado, entre los pintores Pin y Luís Gaya
(SIEMA Matritensis)

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