Cuando uno pasea por ese entorno tan maravilloso como es el barrio de los Jerónimos o la calle de Felipe IV, llama la atención uno de los pocos edificios que quedan de lo que fué el Palacio del Buen Retiro. Me refiero al conocido hoy como Salón de Reinos. Está de plena actualidad por la adaptación que del mismo van a realizar los arquitectos Norman Foster y Carlos Rubio para usarlo como espacio de exposiciones. A mi personalmente me gustaría más que se restaurase como el antiguo Salón de Reinos del palacio del Retiro, ya que conservamos el espacio y la decoración, y se podría reconstruir tal como era uno de los pocos restos que tenemos de ese sitio real. De esa misma opinión son casi todos los entendidos en arte e historia de Madrid que conozco.
Vista general de este ala N del Palacio del Buen Retiro, donde
está el Salón de Reinos (Foto SIEMA)
Recordando un poco la historia de este real sitio del Buen Retiro habría que remontarse hasta el reinado de Felipe IV, que da nombre a la calle. A este rey el antiguo Alcázar de los Austrias le parecía un poco agobiante, sin espacios adecuados para representaciones teatrales, ni amplios jardines. Así que al Conde-Duque de Olivares se le ocurrió crear un sitio real nuevo ampliando hacia el N el cuarto real que ya existía en el Monasterio de los Jerónimos. Les urgía la obra, por eso se construyó tan rápido y empleando materiales muy pobres y poco duraderos, como eran el ladrillo y las maderas. Los encargados del proyecto fueron Alonso Carbonell y Crescenzi (este más para la organización interior); también recurrió Olivares a paisajistas italianos para el desarrollo de los jardines. Entre 1633-1640 estaba ya todo terminado. Exteriormente seguía el estilo Austria del s XVII, es decir, palacios organizados en torno a un patio cuadrado con cuatro torres con chapiteles de pizarra en las esquinas. Zócalos de granito y muros de ladrillo, con dos alturas. Ese es el estilo que todavía se percibe en los restos del palacio como el de la fotografía superior. Pero si exteriormente no llamaba la atención y era muy sobrio, interiormente se enriquecía por la organización espacial, la lujosa decoración y la amplia luminosidad.A lo que habría que añadir los maravillosos jardines que lo rodeaban y que no entraremos en esta ocasión.
Palacio del Buen Retiro (Giuseppe Leonardi, 1637. Patrimonio Nacional)
El ala conservada del Palacio del Buen Retiro es el ala N de ese cuadro que pintó Leonardi, además del Casón que todavía no se había construido y, por tanto, no aparece en esa imagen. Es decir, el tramo alargado entre dos torres chapiteles que se sitúa en la parte de la izquierda, junto a un gran patio. El famoso Salón de Reinos era el más largo del palacio (34 ms de largo, por sólo 10ms de ancho y 8 ms de altura). Según los documentos que se miren y las épocas se le llamó de diferentes maneras. Salón Dorado, por el predominio de ese color en la decoración de los frescos de las bóvedas y mobiliario; Salón de Reyes, por la representación pictórica en grandes lienzos de Felipe IV y su mujer y de los padres del monarca reinante; Salón de Batallas, por otros cuadros enormes referentes a batallas que tuvieron lugar en el reinado de Felipe IV y en las que salimos victoriosos; Salón de Comedias, ya que también tuvo ese uso y los asistentes las contemplaban desde una balconada de hierro corrida que recorría todo el salón. Por último, Salón de Reinos, por la decoración de la bóveda, con los 24 reinos de España en esos momentos. Decoración que se conserva intacta, con sus escudos y decoración de espirales, roleas, etc...El salón transmitía una gran luminosidad con sus 20 ventanas, 10 en la parte superior y 10 en la inferior, divididas en grupos de cinco. Como era para ensalzar a la Monarquía se cuidaba mucho la decoración: lujosas alfombras orientales, mesas de jaspe, y todo un programa iconográfico cuyo fin era contar las maravillas de la Monarquía de Felipe IV. Para ello los mejores artistas del momento se ajustaron a la temática exigida. En las dos puertas de entrada al salón se situaban los retratos ecuestres de monarcas. En la cabecera el de Felipe IV e Isabel de Borbón (ambos realizados por Velázquez) y, encima de ellos, con la idea de que fuera visto desde abajo, el del Príncipe Baltasar Carlos a caballo (era el heredero y también lo pintó Velázquez). Del mismo artista son los retratos ecuestres de los padres de Felipe IV, Felipe III y Margarita de Austria, que se situaban junto a la otra puerta.
Retrato ecuestre de Felipe IV (1636. Velázquez. Museo del Prado)
El Príncipe Baltasar Carlos a caballo
(1636. Velázquez. Museo del Prado)
A mí una de las reconstrucciones del Salón de Reinos que más me gusta es la de Carmen Blasco, donde se percibe muy bien como estaba organizado, arquitectónicamente hablando, así como el programa iconográfico, pero no el mobiliario y demás decoración. En los grandes espacios de los muros laterales se situaban grandes lienzos de batallas: "La rendición de Breda"( Velázquez), "Defensa de Cádiz contra los ingleses" (Zurbarán), "El socorro de Génova" (Antonio Pereda), o la "Recuperación de la Bahía de Todos los Santos" (Juan Bautista Maino), entre otros. Entre ellos los pequeños cuadros de los trabajos de Hércules, encargados a Zurbarán. La figura de Hércules siempre estuvo asociada a la Monarquía en España, equiparando su fuerza, con el poder del imperio. En realidad el Museo del Prado conserva todos los cuadros menos uno. Y, si os fijáis en la fechas, se realizaron cuando ya se terminó la construcción del edificio, hacia 1634. Así que se empezó a decorar este real sitio a partir de 1635.
La rendición de Breda o las lanzas (1635. Velázquez. Museo del Prado)
Reconstrucción del Salón de Reinos (Carmen Blasco)
Socorro de Cádiz (1635. Antonio Pereda. Museo del Prado)
Victoria de Fleurus (1635. Vicente Carducho. Museo del Prado)
Hércules y el león (1635. Zurbarán. Museo del Prado)
En 1841 se cedió este edificio del antiguo palacio para su uso como Museo de Artillería. En realidad en esa época se dió mucha importancia a la organización de los restos del real sitio del Retiro. En 1884 se terminó una importante restauración del mismo a cargo de Eugenio Jiménez Carrera, adaptándolo mejor a las necesidades de Museo de Artillería. Por eso las maderas que recubren el ladrillo original, o la creación de un salón de fumar o salón árabe, tan al gusto de finales del s XIX, imitando los estucos, azulejos y mocárabes de la Alhambra. Era un admirado Museo del Ejército hasta su traslado al Alcázar de Toledo en el 2015. Desde el exterior también se percibe la decoración escultórica con motivos militares en puertas, torres y diversas entradas. Convendría conservar esa sala árabe, situada hacia la mitad del lado S. Consta de una estancia central, a la que se accede desde el Salón de Reinos, y dos más pequeñas situadas en los laterales, separadas por arcos. Es de los pocos y curiosos Salones de Fumar en estilo árabe que hay en Madrid y que forman parte de nuestro patrimonio histórico-artístico merecedores de todo el respeto para su conservación. Desde aquí agradecer a Mercedes, de Arte en Madrid, el material fotográfico que aportó en su visita al interior cuando la exposición del 2010. Con estas últimas imágenes quiero terminar esta entrada recordando otro gran desconocido de nuestro patrimonio de Madrid.
Maribel Piqueras
Lado Norte del Salón del Reinos (Foto SIEMA)
Torre del Salón de Reinos con elementos decorativos
militares(Foto SIEMA)
Solemne entrada principal al edificio cuando era Museo del
Ejército (Foto SIEMA)
Lado S del edificio, donde se aprecian las ventanas con decoración árabe
de la Sala de Fumar o Sala Árabe (Foto SIEMA)
Interior de la Sala de Fumar (Arteenmadrid)
Detalle de la minuciosa decoración del techo de la
Sala de Fumar (Arteenmadrid)
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