Hablar del Palacio Real de Madrid es hablar de la historia de España y no tendríamos espacio suficiente en este blog. Por eso he pensado dividir, en Madrid con Encanto, este monumento en varios posts. En el primero de los cuales nos centraremos en los grandes cambios que supuso la construcción de un palacio como éste, cambios provocados por el nuevo estado de los Borbones y su concepción del protocolo, sociedad y nuevos estilos artísticos. Todo empezó el día de Navidad de 1734, cuando un fuego que se inició en las estancias donde trabajaba el pintor Jean Ranc acabó extendiéndose por todo el Alcázar de los Austrias. Los reyes y gran parte de las colecciones artísticas se salvaron porque la familia real se alojaba entonces en el palacio de La Granja, pero se perdieron montones de obras y documentos oficiales, a pesar del esfuerzo realizado por el personal del palacio para salvar los objetos del mismo. Lo único que quedó en pié del antiguo Real Alcázar de los Austrias fue el edificio de la Armería (las antiguas caballerizas de los Habsburgo, que acogían entonces la Armería y el cuartel de Alabarderos). Pero éstas también desaparecieron a finales del s.XIX cuando Enrique María Repullés las derribó para cerrar con verja el recinto situado frente La Almudena.
Modelo de fachada del Alcázar Austria atribuido a G. Battista Crescenzi
de la época de Felipe IV
de la época de Felipe IV
(Museo de Historia de Madrid. Foto SIEMA)
Las consecuencias de ese incendio no fueron sólo gran depresión que le entró al pintor Ranc, que provocaría su sustitución por otros retratistas, sino el hecho de que Isabel de Farnesio y Felipe V aprovecharon para demoler por completo el antiguo alcázar que no les gustaba nada. Siempre les había resultado demasiado agobiante, pequeño, sobrio y poco elegante. La reina Isabel de Farnesió mandó llamar desde su tierra a Filippo Iuvara, que por aquella época trabajaba en la corte de los Saboya en Turín. El 12 de abril de 1735 llegó Iuvara a Madrid, comenzó a trabajar en las obras de renovación de la fachada de la Granja y realizó también una maqueta de un inmenso palacio nuevo para los Borbones en Madrid. Ese palacio recordaba a Versalles por el enorme desarrollo horizontal que tenía y los numerosos patios. Pero, desgraciadamente, Iuvara falleció de gripe mientras estaba trabajando en el palacio de La Granja. Inmediatamente la reina Isabel hizo llamar a Madrid al alumno más aventajado de Iuvara en Turín. Este era Giovanni Battista Sacchetti, que realizaría el proyecto definitivo del Palacio Real y dirigiría las obras hasta la llegada de Carlos III.
La reina Isabel de Farnesio por Jean Ranc
(Museo del Prado)
Sacchetti era mucho más realista que Iuvara y decidió reducir las dimensiones proyectadas por su maestro. Organizó un palacio de planta cuadrada que ocupaba el espacio del antiguo Alcázar Real, aprovechando para el mismo las cimentaciones de esas épocas. También conservó el patio de armas y las denominaciones de las cuatro torres: la del Rey (SO), la de la Reina (NO), el Príncipe (SE) y la Princesa (NE). Aunque ahora las torres son más bien salientes que torres propiamente dichas.
Ángulo con parte de fachada y torre del Príncipe, que ampliaría luego Sabatini
(Foto SIEMA)
Se siguió al pié de la letra el protocolo Borbón, estableciendo un eje N-S, con la capilla real al N (poder de Dios) y al S el salón del trono (poder del monarca). Como había realizado Luis XIV, el rey Sol en Francia, las habitaciones del monarca seguirían el recorrido del sol , por tanto estaría situadas desde el E hasta el O, hecho que también se percibe aquí. El número de habitaciones sería muy amplio puesto que a través de ellas el visitante contemplaría el esplendor y majestad de la monarquía. Todos los actos de los monarcas pasaban a ser públicos. Los materiales empleados eran duraderos y lujosos. Se emplearon enormes cantidades de bloques de granito traídos de Becerril, Villalba, Galapagar y Guadarrama que se almacenaban a pié de obra hasta que los canteros los convertían en sillares. Se usaron ladrillos de gran calidad para muros interiores y bóvedas, evitando el uso de madera. Para las zonas escultóricas de la fachada la piedra caliza de Colmenar de Oreja. Los habitantes de Madrid y los pueblos de alrededor vivieron, mientras duraron las obras, una enorme prosperidad económica. Ya que había gran demanda de alimentos, caballería, bueyes, cal, alojamientos, aceite para lámparas, etc..
Planta del Palacio Real, que prácticamente es igual que la de
Sacchetti, salvo que ahora tiene una escalera imperial en uso y no dos.
La situada a la izquierda la canceló Carlos IV, transformando esa caja
en lo que conocemos como salón de columnas.
La planta se organiza en torno a un patio cuadrado. La distribución de las habitaciones se hace de dos maneras: unas siguen el corredor que bordea el patio y están orientadas a ese patio interior. Las más importantes siguen un recorrido a lo largo de la fachada y sus ventanas dan al exterior de la misma. Las obras comenzaron el 7 de abril de 1738 y durarían hasta el reinado de Carlos III, que fue el primer rey que lo habitó. Tuvo que hacer frente a un gran desnivel que se aprecia mejor desde el Campo de Moro o desde la Cuesta de San Vicente. Así que cuando uno ve la altura del palacio desde la Plaza de Oriente no tiene que olvidarse que desde el Manzanares se puede apreciar casi el doble de altura. Para esta obra colosal se necesitaron cientos de especialistas. Los mejores artistas vinieron a trabajar a las obras de palacio. La reina Isabel decidió traerse desde Parma, su ducado natal, a la mayoría de artesanos. Sacchetti nombró un arquitecto encargado de cada torre. Los talleres de palacio fueron un lugar de formación para futuros escultores, arquitectos, pintores, broncistas, etc.. Este punto es muy importante y me gustaría insistir en él. Estas obras supusieron un cambio en las enseñanzas de los oficios artísticos. Aquí tenemos ya al precedente de la Real Academia de Bellas Artes en el propio taller del escultor Olivieri. Se rompe ahora con el modo de hacer de los gremios y es el Estado centralizado de los Borbones el que marca las pautas a seguir en las diferentes artes a través de las reales academias que se crean durante la época de construcción del palacio. Futuras generaciones de arquitectos españoles como Ventura Rodriguez, Hermosilla o Francisco Moradillo se formaron en estas obras del Palacio Real.
Patio del Príncipe y al fondo la cubierta de la capilla real
Garita para la guardia real de vigilancia a la entrada
(Foto SIEMA)
Esta construcción necesitó de una elevada financiación a lo que ayudó la nueva organización de Hacienda traída por los franceses. Para las obras había encargado un Secretario de Estado, que a su vez delegaba en un intendente, un tesorero y un contador. Las reales fábricas proporcionaban todo un material de calidad para la decoración del nuevo Palacio Real, como tapices, lámparas, porcelanas o bronces.Con FernandoVI las obras ya iban muy avanzadas: se comenzaron todas las esculturas de los reyes que iban a decorar la balaustrada de la cornisa, se iniciaron también los frescos de las escaleras y la capilla real, todos a cargo del napolitano Gianquinto. En escultura se siguió todo un proyecto iconográfico sobre la Monarquía española desde Ataulfo hasta el rey Fernando VI. A los que añadieron imágenes simbólicas de nuestra historia, como Atahualpa, Moctezuma o Santiago. Siempre buscando ensalzar la majestad de la monarquía.
Escultura que representa a D. Pelayo, rey de Asturias. Se hizo para la balaustrada de
la cornisa, pero acabó situada en los jardines de la Plaza de Oriente
(Foto SIEMA)
Sacchetti dotó al palacio de un gran clasicismo y armonía proveniente del llamado barroco cortesano del s.XVIII, que todavía percibimos hoy en día. Decidió dividir la fachada en tres cuerpos recorridos por inmensos ventanales: parte baja, dos pisos del cuerpo principal y el cuerpo superior. En este último llaman la atención las cornisas, balaustradas, jarrones, esculturas y medallones). Los ventanales del primer piso alternan frontones semicirculares y triangulares. Columnas y pilastras colosales recorren todo el exterior. Sacchetti sigue al pié de la letra lo prescrito por Vitrubio: 24 estrias en todo el perímetro de la columna jónica, pero Sacchetti pone 13 porque estas columnas no son exentas. Perfección, clasicismo y simetría que se ven en todos los exteriores del Palacio Real.
Entrada por la calle Bailén (Foto SIEMA)
Entrada principal a Palacio por la Plaza de la Armería
(Foto SIEMA)
Sucesión clásica perfecta en este pérfil
(SIEMA)
Clasicismo y simetría en estos muros desde la calle Bailén
(Foto SIEMA)
Seguiremos contándoos más cosas de este palacio en sucesivas entradas. Ahora, antes de pasar al maravilloso negocio con encanto que os tenemos reservado recordaros que podéis seguirnos en nuestra web www.siema.es, donde aparecen las visitas guiadas de programas libres o con posibilidad de apuntarse individualmente.Ya que los programas cerrados o de empresa no los publicamos. También podéis seguirnos en el facebook Siema Matritensis o twitter @siemamadencanto. Cualquier material o foto que queráis usar de nuestro blog indicar por favor su procedencia y estaremos encantados de su uso.
Hace unas semanas los madrileños podemos disfrutar de un espacio emblemático en este área y completamente renovado. Me refiero al Café de Oriente. Siempre ha sido este establecimiento el buque insignia del grupo Lezama, que se inspiró en la historia real del café existente desde los años 30 en este punto. Los orígenes se remontan a un indiano, Salvador García, que sobrevivió al asalto de Baler (1899 en Filipinas) y que, tras hacer fortuna por América, regresó a Madrid y abrió su propio bistró con ese aire de las Indias orientales de principios del sXX. Ahora, con la renovación, se le ha dado otro aire más luminoso y moderno, con una decoración que nos recuerda a la de los años 20: en mobiliario, lámparas, papel pintado y láminas que decoran las paredes, así como en los estucos que ornamentan el techo. Incluso se ha hecho más cómodo y accesible, sin escalones intermedios en el suelo como los que había antes. Mantiene algo del anterior, como la posición de la barra, las columnas, los pasillos y decoración del techo. Pero nos sorprenden sus maderas rústicas, los tapizados claros y modernos y la cómoda barra.
Un rincón del interior del Café de Oriente
(Foto SIEMA)
La barra y fondo del Café (SIEMA)
Detalle de la barra (Foto SIEMA)
Decoración de estucos (Foto SIEMA)
Detalle decoración (Foto SIEMA)
Ya sabéis que el Café de Oriente se ubica en unos edifcios con un patrimonio único. Junto a donde estuvieron las Casas del Tesoro del anterior Alcázar de los Austrias y la vivienda del famoso arquitecto responsable de nuestro Palacio Real, Sacchetti. Unas placas te lo indican. Según me contó amablemente Javier Rueda, el gerente del Café, están pensando crear un acceso directo a través de las antiguas cocheras de las viviendas al restaurante de la parte baja. Este Café está lleno de historia y rincones escondidos en su interior que se usan como salones adaptados a todo tipo de gustos. Por las bóvedas de ladrillo de la época de los Austrias nos adentramos en el Salón S. Gil, el de mayor capacidad. También hay otros salones con encanto más pequeños, como el de la Abuela o los llamados del Rey, Sala Chinchón y Sala Blanca. Estos últimos son pequeños y conviene reservar con tiempo. Nos puedes acompañar en nuestro recorrido a través de estas imágenes:
Fondo del Salón San Gil (Foto SIEMA)
Bajada a San Gil con el azulejo que representa a este santo
(Foto SIEMA)
Rincón de la parte de abajo, con las cocinas visibles
(Foto SIEMA)
Sala de la abuela (Foto SIEMA)
Sala Blanca (Foto SIEMA)
Sala Chinchón, con la imagen de la plaza de esta villa colgada de la pared
(Foto SIEMA)
Salón del Rey (Foto SIEMA)
Placa que menciona a Sacchetti (Foto SIEMA)
Cocheras antiguas de la vivienda (Foto SIEMA)
El Café de Oriente se ubica en un lugar con vistas privilegiadas sobre el palacio. Su terraza y fachada no desmerecen para nada. Para saber más ir a www.grupolezama.es . La cocina ahora la lleva el chef Roberto Hierro. Es una cocina tradicional mediterránea, pero en el Café puedes encontrar varios ambientes, según la hora en que vayas. Desayunos, meriendas, menús y, por la noche, cambia a cócteles y música. Con las imágenes siguientes me despido y siempre a vuestra disposición:
Maribel Piqueras
Bonito exterior con la fachada del Café (Foto SIEMA)
Aspecto de las terrazas a primerísima hora de la mañana
(Foto SIEMA)
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