lunes, 22 de abril de 2019

Imprenta municipal

La Imprenta Municipal está ubicada en un edificio de 1933, situado en la calle Concepción Jerónima nº 15. Uno de los pocos edificios industriales para recordar viejos oficios que quedan en Madrid. Nos parece muy adecuado rendirla un homenaje en este simbólico día 23 de abril, que tanta importancia tiene para el mundo del libro y los escritores.

Fachada de ladrillo visto (Foto Siema Matritensis)

Para los orígenes de la imprenta tendríamos que remontarnos a Guttemberg, que la usó en un primer momento para imprimir Biblias, de las cuales en España quedan sólo dos ejemplares (una de las que está completa se guarda en Burgos). Las primeras letras estaban compuestas de plomo, antimonio y estaño. La caja que guarda esas letras curiosamente presenta la misma distribución desde el sXVII, lo único que varia son algunos tipos por los diferentes idiomas que existen. En esta imprenta municipal me impresionó ver, y todavía en funcionamiento, una imprenta manual de tipos móviles, como la que Juan de la Cuesta utilizó para imprimir el Quijote. Está construida en madera, por medio de cuñas que se desmontan, ya que era un sistema portátil. La tinta se extendía por medio de "balas" de madera y cuero, pero que no permitía la uniformidad que tiene el sistema de hoy en día. Todavía se usa para imprimir ciertos documentos, como diplomas, por ejemplo.

Caja con la distribución de los tipos de plomo (Foto Siema Matritensis)

Imprenta manual de tipos móviles, construida con cuñas y prensa 
desmontable. A la izquierda la frasqueta, que es el pergamino recortado para que la tinta
de sólo en los huecos (Foto Siema Matritensis)

Balas antiguas de madera y cuero para extender la tinta 
(Foto Siema Matritensis)

La Imprenta mecánica aparece durante el s.XIX. Es una maquinaria de hierro, aunque se mantiene el mismo sistema de tímpano con frasqueta, cama y pletina para ejercer presión. Funcionan plano contra plano y todo el conjunto resulta mucho más grande. Aquí ya no necesitan tantos ajustes. Luego aparecerá la Fundidora de tipos, que los expulsa, una vez troquelados, al exterior. Funciona con gas  y casi todas son de fabricación alemana, aunque el modelo que se puede ver el esta imprenta proviene de EEUU. 
Imprenta mecánica (Foto Siema Matritensis)

Fundidora de tipos (Foto Siema Matritensis)

Las Prensas para grandes rotativas se utilizaron mucho para los periódicos. Podían imprimir hasta 1500 pliegos por hora. La tinta estaba formada por aceite y hollín, pero ya ha desaparecido el batidor que batía la tinta anteriormente. Después se usarán también otros modelos, como la prensa plano-cilíndrica o las minervas. Estas últimas se utilizaban para impresiones de pequeño formato (tarjetas, recordatorios por ejemplo). Iban muy rápido y eran muy peligrosas, ya que podían seccionarte un dedo o la mano. La prensa plano-cilíndrica supuso la gran transformación de las prensas de imprimir tradicionales y se empezó a utilizar a principios del s XIX. Frederick Koenig puso en marcha esta nueva estructura, entre 1811-1814, para sustituir el tímpano plano por uno cilíndrico. Todo el proceso ganaba en rapidez. Aparecieron modelos para varios colores, automatizándose la alimentación de papel. Cuando aparece la litografía también esas prensas usaron este sistema de cilindro contra plano. Las actuales prensas offset siguen igualmente este modelo.

Minerva para impresiones de pequeño formato
( Foto Siema Matritensis)

Prensa plano-cilíndrica (Foto Siema Matritensis)

Otro modelo de plano-cilíndrica (Foto Siema Matritensis)

La Linotipia también es un invento muy importante alemán. Al que lo inventó se le conoce como "segundo Guttemberg". Ahora no hay tipos móviles, sino matrices. Sobre ella se vertía el plomo fundido. Trabajar con tanto ruido y respirando el aire impregnado de plomo producía muchas enfermedades en los trabajadores. Los empresarios intentaban paliarlo ofreciendo al trabajador 1.5l de leche al día, aunque muchos preferían dinero a la leche.

Dibujo explicativo, como todos los de esta imprenta, sobre la máquina de linotipia
(Foto Siema Matritensis)

Muy interesante también contemplar un tórculo de madera del s. XVIII, con el mismo sistema que el utilizado por Goya para hacer sus grabados. Se trabajaba con placas de cobre ya preparadas y grabadas. La tinta se quedaba en los huecos cincelados del grabado. Luego se imprimiría sobre el papel, utilizando un cilindro con una mantilla de lana. 

Tórculo del s. XVIII (Foto Siema Matritensis)


En esta Imprenta Municipal también se pueden contemplar prensas para litografías. En este caso se utiliza un sistema de impresión en húmedo, basado en la repulsión entre tinta grasa y la humedad. La piedra se dibuja con lápiz graso y sobre ella se aplica humedad, que sólo permanece en las zonas no dibujadas. Al aplicar la tinta, ésta queda adherida a las zonas dibujadas y se transfiere al papel mediante presión. Hay un juego de rodillos que toman la humedad mediante una mantilla impregnada en agua.

Ejemplo de litografía (Foto Siema Matritensis)

Para terminar, es muy importante el proceso de encuadernación: primero se usa una prensa para quitar el aire que quede entre las hojas; luego se hacen los agujeros para poder pasar los hilos y hacer los cuadernillos. Nos comentaron que la llamada "costura española" es la mejor, al ser la más completa y conseguir coser todo el cuadernillo con cordeles. Por último vendría el proceso de guillotinar el libro y cubrirlo con las tapas decoradas. Para la decoración de las mismas hay varias opciones: pan de oro, troquelados, dibujos conseguidos por medio de hierros calientes con diferentes formas. Hay un lienzo donde aparece el encuadernador madrileño Antonio Palomino decorando los lomos con hierros calientes.

Detalle del cuadro donde aparece Antonio Palomino decorando los lomos
(Foto Siema Matritensis)

Antes de mostraros el negocio con encanto por la zona os recordamos que podéis seguirnos en Twitter@siemamadencanto, Facebook Siema Matritensis o en agenda de www.siema.es, donde publicamos las visitas con posibilidad de inscripción individual, no de empresa o privadas (ya que estas no están abiertas al público y no se publican). En la cercana calle de Mesón de Paredes nº 13 nos encontramos la que se considera la taberna más antigua de Madrid, me refiero a la Taberna de Antonio Sánchez. Fundada en 1786 por personas vinculadas al mundo taurino, todavía sigue en funcionamiento como taberna. Conserva sus antiguas maderas, sus quinques de gas, el sistema elevador de botellas desde la bodega, sus cuevas de la parte baja, sus cuadros de antiguos toreros (como Frascuelo, Lagartijo o Cara Ancha). Además fue lugar de reunión y de tertulias literarias de fines sXIX y principios del s. XX. Hoy mantiene también un menú tradicional de comida castellana.
Os animo a realizar un parón gastronómico e histórico en ella.

Maribel Piqueras
Fachada de la Taberna Antonio Sánchez (Foto Siema Matritensis)


Interior con la iluminación antigua (Foto el País)

Detalle barra e iluminación (Foto Siema Matritensis)

Interior con fotos antiguas de toreros (Foto Siema Matritensis)

lunes, 15 de abril de 2019

El arquitecto Fernando Higueras y Madrid

Fernando Higueras es un arquitecto madrileño que aportó singulares edificios a la capital de España y que merece nuestro reconocimiento y respeto. Desde Siema Matritensis y, a raíz de su retrospectiva en el Museo ICO, nos hemos adentrado en su impactante y novedosa obra. Muy famoso en los años 60 y 70 del s.XX, había caído luego en cierto olvido. Fernando Higueras nació en Madrid el 26 de Noviembre de 1930. Estudió en el antiguo colegio Estudio, cuya directora era la hija de Menéndez Pidal y que implantó unas enseñanzas modernas, donde la libertad y creatividad del alumno eran algo prioritario. La madre de Higueras trabajaba también como profesora de esa institución. La música, el dibujo y la pintura eran sus grandes pasiones. Polifacético, con fuerte personalidad, sentido del humor, amante de la naturaleza y de la arquitectura, logró graduarse como arquitecto en 1959. Y con sólo 29 años empezó a ser famoso, a presentar numerosos proyectos y participar en importantes concursos arquitectónicos.

Fotografía de Fernando Higueras tocando la guitarra clásica.Tenía muy buena
relación con Andrés Segovia, a quien le construyó una vivienda (Foto SIEMA Matritensis ,de
la muestra del Museo ICO)

Desde sus inicios su obra se empezó a diferenciar de la de sus contemporáneos. Por su diversidad y riqueza de recursos, el seguir los postulados de la pintura de vanguardia o de la arquitectura organicista de Lloyd Wright, así como algunos valores de la arquitectura tradicional. En 1960 se presentó al Premio Nacional de Arquitectura con sus 10 residencias de artistas en el Pardo, logrando el accesit. Esos 10 estudios más el centro social, con sus muros curvos, sus cubiertas de superficies plegadas, su interés por la luz y adaptarse a las formas del terreno, el material de hormigón, etc, nos da una idea de lo visionaria y orgánica de su arquitectura, alejada de los planteamientos racionalistas del momento.

Residencia de artistas en el Pardo, proyecto de 1960
(Foto SIEMA Matritensis, de la muestra en Museo ICO)

Sus primeras construcciones para amigos artistas en 1962, como la Casa de Lucio Muñoz en Torrelodones, la de Cesar Manrique en Cercedilla, nos muestran una visión personal de la arquitectura que mantendrá desde los 30 años hasta el final de su vida. Los pintores realistas Lucio Muñoz y Amalia Aviá, le encargaron la construcción de su vivienda en Torrelodones. Estaba situada en una ladera del monte, donde la carretera pasaba por arriba. Aprovechó todo lo que le presentaba la naturaleza: rocas del monte, maderas, cipreses y arbolado. Todo ello integrado en la vivienda en forma de L y con terrazas voladas, donde la luz y la piedra eran protagonistas.

Imagen de la casa de Lucio Muñoz en Torrelodones, construída sobre
rocas ( Foto SIEMA Matritensis, de la muestra en el museo ICO)

Otra imagen de la misma casa, donde se respeta el arbolado y naturaleza
que la rodea (Foto SIEMA Matritensis, de la muestra Museo ICO)


También muy interesantes otras edificaciones, como el nuevo colegio Estudio en Aravaca, la Casa Macarrona con la escalera de caracol que parece un traje de bailadora o las cubiertas tabicadas (1971-76). También en Somosaguas, como la Macarrona, se encuentra la Casa Santonja (1964-65), toda ella integrada con la naturaleza que la rodea.

Interior de la casa Macarrona, una vivienda unifamiliar en Somosaguas, 
edificada entre 1971-76 
(Foto SIEMA Matritensis, de la muestra Museo ICO)


Cubiertas tabicadas en la Macarrona (Foto SIEMA Matritensis, de la muestra Museo ICO)

Vista exterior de la Macarrona (SIEMA Matritensis)



Casa Santonja en Somosaguas (Foto SIEMA Matritensis, del Museo ICO)

El Instituto del Patrimonio Cultural de España es su obra más conocida en Madrid. Situado en la c/Greco 4. Se proyectó como Centro de Restauraciones Artísticas, luego fue Instituto de Conservación y restauración de bienes culturales y hoy esta sede de Patrimonio Cultural de España. Las obras comenzaron en 1967 y se alargaron en el tiempo. Destacaba su forma redonda y la manera de resolver la iluminación, con sus lucernarios puntiagudos. La planta circular se organiza en 4 alturas. Se divide en 30 gajos al interior, que se duplican desde el exterior. Esta arquitectura orgánica de anillos cilíndricos y completa simetría se inauguró en 1988.  Miró e Higueras diseñaron todo, también la Biblioteca y sus muebles bajo el patio circular central del edificio de hormigón. En el 2001 se le catalogó como BIC en la categoría de monumento. La amistad con el pintor Antonio López se forjó en los años 60. Antonio López colaboraba en su estudio pintando las maquetas,también realizó a lápiz un magnífico dibujo donde se ve este edificio todavía en obras entre 1969-70. 
Dibujo de Antonio López del Centro de Restauraciones Artísticas, en proceso
de construcción (1969-1970. Foto SIEMA Matritensis, de la muestra del Museo ICO)


La Corona de espinas o Centro de restauraciones artísticas. Detalle de la cubierta
central (SIEMA Matritensis)



                                Patio de la corona de espinas, como se la conoce popularmente, 
                     con la claraboya central para iluminar la Biblioteca (SIEMA Matritensis)

Vista lateral del patio central (SIEMA Matritensis)

Escalera de entrada a la corona de espinas (SIEMA Matritensis)

Detalle de los huecos de nido de abeja con las vigas y el hormigón
(SIEMA Matritensis)

En 1973 recibieron Antonio Miró y él el encargo de unas viviendas militares  junto a la glorieta de San Bernardo. Estos dos arquitectos sabían cómo dar vida al hormigón armado en sus diferentes edificios de Madrid. Diseñaron dos bloques que se adaptan por separado a las condiciones urbanas del terreno, cortado por la calle Santa Cruz de Marcenado. En hormigón armado, parecen un oasis en la ciudad, con las jardineras de las fachadas y la doble orientación de las viviendas para aprovechar al máximo la luz de las terrazas.


Viviendas para militares (Foto SIEMA Matritensis, de la muestra
del Museo ICO)

Viviendas militares en la glorieta de San Bernardo, donde mantiene la idea del 
círculo como elemento importante (Foto SIEMA Matritensis, de la muestra
Museo ICO)

Vista exterior actual de esas viviendas militares (SIEMA Matritensis)


Higueras tuvo diferentes estudios en la capital, desde el primero al que le ayudó Ignacio Cárdenas por estar casado con su hija Elena, pasando por uno importante en la calle Serrano, hasta su "rascainfiernos" del final. Su estudio y vivienda , conocido como Rascainfiernos, por ser lo contrario a un rascacielos, está situado en la calle Maestro Lasalle 36, se empezó a construir en 1972 en el jardín de la vivienda del artista, con licencia para piscina. Excavó dos plantas cuadradas de 9x 9 con una iluminación cenital a través de 5 claraboyas y convirtiendo el interior en un agradable espacio que mantiene siempre la misma temperatura. Convertida en Fundación Fernando Higueras por Lola Botia, ayudante del arquitecto y su compañera sentimental. También en la muestra se ven varios ejemplos de sus famosas bóvedas tabicadas, que permitían esa entrada de luz tan especial.

Retrato de su primera mujer, Elena Cárdenas, realizado
por Fernando Higueras (Foto SIEMA Matritensis, de la muestra Museo ICO)

Planos de su "Rascainfiernos" (Foto Fundación Fernando Higueras)

Vista general de Rascainfiernos: en el primer sótano, salón, comedor y cocina, 
dormitorios ( Foto SIEMA Matritensis, de la muestra Museo ICO)

Un ejemplo de bóvedas tabicadas (Foto SIEMA Matritensis, de la 
muestra en Museo ICO)

            La Iglesia de Santa María de Caná es su última obra conocida en la Comunidad de Madrid. Construida entre 1995-1999 en Pozuelo de Alarcón. Es una iglesia que busca una planta de cruz griega con presbiterio en alto en el centro, cubierto por una cúpula de 20 m, aunque la nave central se alarga a los pies de la iglesia. Desarrolló todo un complejo allí y una torre de 40m que se divisa desde Madrid. Hay dependencias parroquiales, otra capilla en la cripta, pisos para sacerdotes, etc. Conocida como la catedral de Pozuelo, está construida toda ella en ladrillo y buscó hacer un edificio atemporal y eterno. Desarrolla sus descubrimientos de las dobles vigas, bóvedas tabicadas, terrazas o juegos geométricos del ladrillo. Se inspira en el mudéjar, pero con toques vanguardistas. Inicialmente pensó cubrirla de terrazas y vegetación, pero este punto resultó un proyecto inviable por lo caro del presupuesto, ya que lo pagaban los fieles de su bolsillo. Para terminar diré, como anuncia la comisaria de la muestra retrospectiva, Lola Botia, que a pesar de la fama internacional y el influjo que su obra ejerció en otras épocas, Higueras todavía no ha recibido la atención que merece. A lo cual queremos contribuir con esta entrada y organizando visitas guiadas a la muestra del arquitecto los días 24 y 26 de abril. Como siempre, podéis seguirnos en Twitter @siemamadencanto , Facebook SIEMA Matritensis y agenda de www.siema.es 

Maribel Piqueras


Iglesia de Sta. María de Caná (Foto SIEMA Matritensis)

Juego de arcos en la cubierta del crucero de Sta. María de Caná
(Foto SIEMA Matritensis)

Crucero de Caná (Foto SIEMA Matritensis)

Maqueta original (Foto SIEMA Matritensis, en la muestra del Museo ICO)








jueves, 11 de abril de 2019

Quinta de Torre Arias

La Quinta de Torre Arias se abrió al público en diciembre del 2016. Todavía se encuentra inmersa en trabajos para rehabilitar su patrimonio, tanto de edificaciones como jardinería. Aunque esta última va muy avanzada. Merece la pena conocerla y disfrutar de su historia y jardines. Ciertas casas nobiliarias buscaron crear fincas agrícolas en los espacios situados al E de Madrid, más allá del parque del Retiro. Así, durante los s. XVII y XVIII, son numerosas las quintas que se crean en estos terrenos despoblados. La más conocida por la zona es la del Capricho de la Duquesa de Osuna, pero antes de llegar a ella se situaban otras más antiguas, como la que nos ocupa en esta entrada. Sus orígenes se remontan a 1600, cuando el I Conde de Villamor, García Alvarado de Velasco, formó una propiedad uniendo algunas tierras de diversos propietarios en este área para crear una típica quinta con su palacete, huerto, palomar y demás dependencias. Después se la conocería mucho tiempo como Quinta de Aguilar, por pertenecer a los Condes de Aguilar. Incluso llegó a residir en ella el archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión (antes de su entrada en Madrid, en septiembre de 1710). Cuando la casa Aguilar entró en quiebra, compró esta propiedad la casa de Osuna, pero durante muy poco tiempo, a mitad del sXVIII. Luego se irán sucediendo los propietarios, quedando muy descuidada durante la Guerra de Independencia. Durante el s.XIX la propiedad pasó por otras manos, como el XV Marqués de Cerralbo o el XVII Duque de Medina Sidónea (desde 1825). Fué el XVIII Duque de Medina Sidónea, José Álvarez de Toledo y Silva, quien se la vendió en 1850 al Marqués de Bedmar, Manuel de Acuña Dewitte.

Entrada original a la Quinta de Torrearias (segunda mitad s XIX), que nos 
recuerda a las puertas monumentales del parque del Retiro (Foto SIEMA Matritensis)

Detalle de la puerta monumental con la gran verja modernista
(Foto SIEMA Matritensis)

Todas las construcciones que nos quedan responden a la época de esplendor de la quinta, durante los Bedmar: la monumental puerta de entrada en piedra con columnas clásicas y trabajos de hierro originales en las diferentes puertas (central para carruajes y laterales para peatones), la casa del guarda, los puentes, invernaderos, casas de labranza y diferentes dependencias, así como el magnífico palacete. En 1861 el X Marqués de Bedmar, ya viudo, se volvería a casar y decidió hacer de la quinta su residencia permanente. Un palacio donde mezcla el estilo alemán con el mudéjar, de planta trapezoidal, con un patio central cuadrado. Por el Norte está unido a un gran patio de labor al que rodean construcciones para trabajos agrícolas, ganaderos y unas importantes caballerizas. Diseñó un jardín paisajista para rodear esas edificaciones, con bosquetes, fuentes, cuatro puentes, lavadero, estanques, invernaderos de hierro, bodegas, así como árboles frutales, huertos y vides. El propio Marqués de Bedmar ampliaría ese palacio en 1877 por sus lados E y S. Desarrollaba una gran actividad en la finca, además de muchos eventos sociales. Todas esas fiestas y relaciones sociales en la finca con la aristocracia madrileña se perdieron al adquirirla los Torre Arias.

Vista general del palacete entre el arbolado y el torreón exento anexo situado
a la derecha de la imagen (Foto SIEMA Matritensis)

Remate del palacete, con su torre nórdica del reloj, su chapitel apuntado y las cubiertas con almenas y frisos de arcos ciegos de ladrillo (Foto SIEMA Matritensis)

Detalle de las veletas y pararrayos originales en hierro con toques 
modernistas de las cubiertas (Foto SIEMA Matritensis)

En la planta baja del palacete se localizaban las oficinas de administración del Marqués, cocinas, comedores, cuartos de baño, cocheras y demás dependencias para criados. Una magnífica escalera de mármol conduce desde el vestíbulo al piso principal o planta noble, donde se encontraban el bonito oratorio, la biblioteca, comedor de gala, salones o galerías. Todo ello decorado con un importante patrimonio artístico. Hoy en día está completamente vacío. 

Otra vista de la fachada principal (Foto SIEMA Matritensis)

Vista lateral con espacio ajardinado (Foto TeleMadrid)

La misma vista anterior, con la ampliación del palacete  y las obras 
(Foto SIEMA Matritensis)

Interior del Salón principal con sus techos estucados (Foto Expansión)

Interior de la Torre del reloj (Foto Expansión)

Artística chimenea del salón, que se encuentra actualmente en el 
Palacio de los Golfines de Cáceres (Foto Madrid Ciudadanía y Patrimonio)

Nada más pasar la entrada nos recibe la casa del guarda, también de aires nórdicos, con sus muros de ladrillo y cubiertas y balconadas de madera. Junto a ella la casa de aperos y el camino que conduce a la encina de más de 300 años. El Ayuntamiento le ha dado un toque lúdico al parque, colocando algunos elementos en el entorno. Por este lado, la zona para dejar bicicletas, ya que está prohibido circular en bicis ni entrar con perros en este jardín histórico. Así como un curioso hotel para insectos en uno de los lados. También en esta zona E se sitúan los invernaderos del s.XIX y las huertas, de las que luego hablaré.
Casa del guarda (Foto SIEMA Matritensis)

Puesto para dejar bicis (Foto SIEMA Matritensis)

Hotel de Insectos en el muro de la quinta de Torre Arias (Foto SIEMA Matritensis)

Encina centenaria (Foto SIEMA Matritensis)

En la Quinta de Torre Arias no falta el agua. Una ría recorre la quinta de E a O, además pasan bajo ella dos de los viajes de agua de Madrid. Nos encontramos junto a la ría cuatro puentes, dos de piedra y dos pequeños de ladrillo. El más importante servía de paso a los carruajes que, desde la puerta de entrada, subían hasta el palacio. Por eso tiene el petril de piedra y ciertos adornos. Vinculados a  la ría localizamos estanques y el lavadero, así como un pozo en el extremo O de la finca, cubierto por una construcción de madera. En una quinta con tanto personal que ,además era vivienda de los marqueses, imaginamos el trabajo inmenso que tendrían las lavanderas. 

Lavadero, donde se percibe la inclinación de uno de sus 
muros laterales (Foto SIEMA Matritensis)

Pequeño puente de ladrillo en el camino desde invernaderos hasta el lado E
(Foto SIEMA Matritensis)

Puente de piedra que forma parte del eje principal (Foto SIEMA Matritensis)

Decoración a base de jarrrón y motivos vegetales, al inicio del camino principal 
que conduce al palacio (Foto SIEMA Matritensis)


El segundo de los puentes de piedra y ladrillo situado junto al pozo y lavaderos
(Foto SIEMA Matritensis)

Pozo cubierto (Foto SIEMA Matritensis)

Estanque (Foto SIEMA Matritensis)

En Torre Arias hay enormes extensiones de praderas, rodeadas por paseos de lilos, o por árboles frutales. También muchos campos de cedros y pinares. Por esos campos y praderas montaban a caballo a menudo. Descubrimos una original decoración en hierro con espirales modernistas que se usaba para colocar faroles en los caminos principales. Por uno de los caminos, desde el puente principal se pasa a palacio o, por la parte E, hacía las construcciones agrícolas y molino de agua de ese lado. Por el lado O, siguiendo el curso de la ría, dejamos a un lado los prados y subimos hacía las estancias ganaderas del lado NO: vaquerizas, gallineros, o establos de cerdos. Junto a ellas, muy destrozadas durante la Guerra Civil, una puerta de entrada construida de ladrillo con decoración de almenas. Era por donde entraba el servicio y los trabajadores de la finca.

Puerta de entrada por la parte de atrás de la Quinta de Torre Arias
(Foto SIEMA Matritensis)

Vaquerizas y establos de puercos (Foto Medioambiente, pag distrito)

Espada colocada por el Ayuntamiento en un paraje junto a la ría
(Foto SIEMA Matritensis)

Casa de las patatas, junto a la ría (Foto SIEMA Matritensis)

Decoración de hierro en estilo modernista, colocadas junto a los 
caminos (Foto SIEMA Matritensis)

Grandes extensiones de praderas en Torre Arias (Foto SIEMA Matritensis)

Pinares y tren de madera infantil colocado por el Ayuntamiento
(Foto SIEMA Matritensis)

En torno a un gran patio rectangular, situado en la parte N del palacio, se organizan diferentes dependencias vinculadas para labranza o caballerizas. También hay un edificio que servía para matadero y perreras (para galgos o perros de caza). Destacan las caballerizas, orientadas al O, por su amplitud, modernidad y decoración en ladrillo. 

Puerta de entrada al patio situado junto a las caballerizas (Foto SIEMA Matritensis)

Grupo de SIEMA Matritensis escuchando la explicación ante las caballerizas
(Foto SIEMA Matritensis)

Piscina para la limpieza de los caballos (Foto Madrid diario)

Perreras para galgos (Foto Madrid diario)

Siguiendo con la evolución de la quinta hasta nuestros días sabemos que en la última década del s.XIX adquirió la finca la Marquesa de Torrecilla y la cedió a su hija, con motivo de la boda con el VI Conde de Torre Arias. Desde entonces se la denomina con este nombre. Este VI Conde de Torre Arias cedió parte del terreno de la finca que delimitaba hacía el O a su amigo, Cesar Cort, el arquitecto que le había construido un palacete en la calle de Martínez Campos. En 1920. Cesar Cort amplió con más terrenos y lo urbanizó con un diseño completamente diferente al estilo rústico que tiene la Quinta de Torre Arias. Esa parte se conoce hoy como la Quinta de los Molinos. El VI Conde de Torre Arias muere asesinado al comienzo de la Guerra Civil y la propiedad pasa a su hijo, Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, VII Conde de Torre Arias. Su hija, Tatiana Perez de Guzmán, disfrutaría de la quinta hasta sus últimos días. Tatiana, VIII Condesa de Torre Arias, era una persona algo introvertida, amante de estar en casa, leer y del campo. Mujer muy culta, que hablaba muchos idiomas y de gran piedad. En 1949 se casó el físico Julio Peláez, quien le inculcó el amor por la ciencia. No tuvieron hijos. Tras fallecer su madre, en 1953, ella se trasladó a vivir a la finca junto a su marido para acompañar a su padre. Al fallecer su padre en 1977, Tatiana heredó los títulos y patrimonio de su familia. En vida de estos últimos Torre Arias en la finca se dedicaron más a las labores agrícolas y científicas, abandonando el tema ganadero, salvo las caballerías. El cuidado del huerto y los viveros centraban sus días, llegando a profundizar en toda la ciencia de la jardinería. Incluso cuando Tatiana, al final de su vida, vivía en Martínez Campos, un cochero la traía todos los días a pasar unas horas en los viveros de la quinta de Torre Arias. En 1986 firmó un convenio con el Ayuntamiento para cederles la finca tras su muerte, ocurrida en octubre del 2012. También se creó una Fundación, presidida por el que fue su administrador, y que existe actualmente. Tiene la sede en la casa de Martinez Campos y desarrolla labores de investigación, becas y difusión, especialmente de temas vinculados a la jardinería. Para más información: fundaciontatianapgb.org . Nosotros seguiremos enseñando Torre Arias, por ejemplo, el domingo 28 de abril. También Medioambiente organiza visitas a la misma. Podéis seguir toda nuestra actividad cultural en Twitter @siemamadencanto, facebook Siema Matritensis o agenda de la web www.siema.es. Ahora me despido con estas imágenes tan bonitas de los viveros y huertos de los que tanto disfrutó su última propietaria.

Maribel Piqueras
Franja de palmeras junto a los viveros (Foto SIEMA)

Invernadero de hierro y banco del mismo material
(Foto Pituca para SIEMA Matritensis)

Lateral del invernadero de hierro donde se aprecia la chimenea
(Foto SIEMA Matritensis)

Viveros de cristal (Foto SIEMA Matritensis)

Vista de las huertas (Foto SIEMA Matritensis)