Inmerso en un paraje natural maravilloso, y muy cercano a Madrid capital, se encuentra el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias. Es el monasterio más antiguo de Madrid y se sitúa en el término de Pelayos de la Presa, muy cerca de San Martín de Valdeiglesias, ocupando parte del valle del río Alberche. Tanto el paraje, como las ruinas y reconstrucción del conjunto monacal, emanan mucho encanto. En ese valle existían 12 eremitorios en la época visigoda, de ahí el nombre de "valle de las iglesias" o valdeiglesias. Alfonso VI animó a repoblar esos valles tras tomar Toledo y Madrid, pero fue el rey Alfonso VII quien otorgó en 1150 el privilegio real de fundación de un monasterio bajo la tutela de los monjes benedictinos. En consecuencia se tenían que fusionar esos eremitorios anteriores en uno solo, regido por el abad Guillermo. Sobre uno de ellos se amplió este conjunto monacal y todavía pueden verse los restos del eremitorio mozárabe junto a la iglesia. A estos primeros monjes benedictinos les debemos las plantaciones de vides de esta zona y los orígenes del vino como gran producción en la comunidad de Madrid. Después, en 1177 pasó a pertenecer a la orden del Cister. Con los Reyes Católicos, en 1485, se incorporó a la reforma de Fray Martín de Vargas (quien se encuentra enterrado en el monasterio).
Imagen de cómo sería el monasterio en su época de esplendor (SIEMA Matritensis, de los paneles de Santa María la Real)
Viñetas con la historia de este monasterio (SIEMA Matritensis de folletos de Santa María la Real)
Cerca perimetral que rodea el monasterio (SIEMA Matritensis)
Sucesivos incendios - 1258 o el de 1743, que afectó a numerosas dependencias del mismo- , diversas ventas de dichos señoríos de San Martín (1434) o de Pelayos (1552), la disminución de las vocaciones monacales, el saqueó por las tropas napoleónicas durante la guerra de independencia, las consecuencias de la desamortización, etc, motivaron el abandono del mismo. Hasta que en 1884 fue subastado por el Estado. Durante un siglo pasó por diferentes manos privadas, y finalmente, en 1974 lo adquirió el arquitecto Mariano García Benito. A este arquitecto le debemos la gran labor de restauración y recuperación de ese patrimonio de Madrid, el estudio del diseño del mismo, de las bóvedas, dependencias, cerámicas o coro. Gracias a él la Comunidad de Madrid lo declaró Monumento Histórico Artístico en 1967. En 1983 se amplió a la categoría de Monumento Histórico Artístico Nacional. Tras grandes labores para su restauración, investigación y disponer de espacios museísticos seguros, realizados por la Comunidad de Madrid, se pueden recorrer hoy en día sus estancias muy bien explicadas. En el 2004 fue donado al municipio de Pelayos de la Presa y gestionado por una fundación: Fundación del Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias.
Detalle de la parte superior de la fachada de la iglesia, donde aparece San Benito, ya que fue fundado como monasterio benedictino (SIEMA Matritensis)
Escultura de San Bernardo, el escudo del cister y remates de bolas de granito. Todo estaba situado en los muros exteriores del monasterio (SIEMA Matritensis)
Mariano García de Benito, el arquitecto que inició la restauración en 1973, con el monasterio al fondo (SIEMA Matritensis, de paneles de Santa María la Real de Valdeiglesias)
La iglesia presenta una planta de una sola nave, cubierta con bóvedas de crucería, amplio crucero y tres ábsides, siendo el central el más amplio. Tenía dos coros, uno alto a los pies de la iglesia y otro bajo, con una magnífica sillería renacentista labrada en madera por el escultor Rafael León, entre 1567 y 1571, y que se puede apreciar en el libro que escribió García de Benito con la restauración. Al exterior muestran de modo visible los contrafuertes. El muro sur presenta una desviación por construirse la iglesia sobre la ermita anterior mozárabe, que aún permanece en su lugar. Después se organizan todas las demás dependencias importantes junto al gran claustro cuadrado. La sala capitular, antesacristía y sacristía estaban cubiertas de bóvedas de crucería, lo mismo que el refectorio y el claustro. Así como la nave de la iglesia y el crucero. Todavía hoy en día se ven los arranques con nervios de algunas de esas bóvedas.
Planta donde se muestran las estancias abovedadas, con bóvedas de crucería góticas (SIEMA Matritensis, de paneles expositivos en Santa María la Real)
Alzado de las secciones interiores (SIEMA Matritensis de paneles de Santa María la Real)
Fachada principal de la iglesia, orientada de E-O, con su espadaña y la portada renacentista posterior (SIEMA Matritensis)
Nave de la iglesia con los restos que quedan de los arcos fajones y los altos pilares adosados con los nervios de arranques de las bóvedas (SIEMA Matritensis)
Arcos decorados con bolas sobre los que se asentaba el coro alto a los pies de la iglesia (SIEMA Matritensis)
Columnas con decoración estilo Reyes Católicos en los muros laterales de la nave principal (SIEMA Matritensis)
Vista general de la iglesia desde el altar mayor (SIEMA Matritensis)
Cabecera de la iglesia, orientada hacia el E, con los tres ábsides. El central , más grande, con arco apuntado y tres ventanas en su pared (SIEMA Matritensis)
Piedras y soportes de la mesa de altar (SIEMA Matritensis)
Uno de los ábsides laterales más pequeños con su ventana abocetada al fondo (SIEMA Matritensis)
Puerta del crucero que comunica con la antesacristía y sacristía hacia el lado S (SIEMA Matritensis)
La llamada puerta de muertos, que salía del crucero hacia el lado N, donde se llevaban a enterrar a los monjes fallecidos (SIEMA Matritensis)
Restos de rosetones en los muros del crucero (SIEMA Matritensis)
Sillería labrada en madera, de estilo renacentista, realizada por Rafael de León para el coro bajo de los monjes y que hoy se localiza en la catedral de Murcia (SIEMA Matritensis, del libro sobre Santa María la Real en la entrada)
Restos de cerámica de Talavera que todavía quedan de la decoración de la iglesia (SIEMA Matritensis)
Tumbas de abades frente al altar (SIEMA Matritensis)
Vista exterior de la iglesia, con la puerta de muertos de estilo mudéjar hacia el lado N , así como el ábside que asoma. Se aprecian muy bien los contrafuertes exteriores (SIEMA Matritensis)
Si aún hoy, en ruinas, impresionan sus dimensiones y decoración, imaginemos cómo pudo ser en sus buenos tiempos. A la derecha, según entramos, queda lo que fue la hospedería, con ampliación de dormitorios, almacenes y demás dependencias que se fueron haciendo en sucesivas épocas. En la torre piensan hacer un museo con la cerámica y otros elementos encontrados en el monasterio. También se muestran tinajas de vino, algo fundamental en la zona, ya que fueron los benedictinos los introductores de grandes plantaciones de vino en el s XII, para sus necesidades, tanto en la liturgia como en la cocina. Por eso aquí se localiza el origen de los llamados vinos de Madrid y hay en el entorno numerosas bodegas. Los muros exteriores de esta zona tienen la mayoría de huecos de ventanas cegados y han pintado monjes cistercienses, de hábito blanco, en esos huecos.
Dependencias con la hospedería, almacenes y torre (SIEMA Matritensis)
Detalle de la hospedería con las tinajas para vinos y alimentos (SIEMA Matritensis)
Placa que nos recuerda su fundación y restauración (SIEMA Matritensis)
Florones de cerámica encontradas que se muestran en la torre pensada como futuro museo (SIEMA Matritensis, del libro de García Benito)
Restos de dependencias y habitaciones (SIEMA Matritensis)
Restos de la zona de las dependencias altas (SIEMA Matritensis)En torno al gran claustro central cuadrado se organizan las diversas dependencias de la vida del monasterio. Todavía se aprecian la galería inferior del claustro, más antigua, de arcadas góticas cubiertas con bóvedas de crucería gótica, de las que se ven los arranques de algunas de las bóvedas, con diferente decoración vegetal tallada en la piedra cada uno. Cipreses nos elevan el alma. El claustro superior, posterior en el tiempo, lleva una decoración de galerías renacentistas, con balaustradas clásicas entre columnas y pilares sobre los que descansan zapatas de piedra.
Claustro bajo, con sus arcadas góticas entre pilares con columnas adosadas (SIEMA Matritensis)
Claustro bajo, arranques de las bóvedas de crucería que lo cubrían (SIEMA Matritensis)
Otro de los arranques de las bóvedas del claustro bajo (SIEMA Matritensis)
Vista esquinada del claustro con la sombra de las galerías (SIEMA Matritensis)
Restos del claustro (SIEMA Matritensis)
Detalles de la galería del claustro superior, que ya es renacentista (SIEMA Matritensis)Saliendo del claustro se acceden a las amplias cocinas, divididas en dos partes. La parte baja es donde se sitúan los fuegos y una puerta de salida a los lavaderos y, junto a un muro, el pilón de agua. Luego, un pequeño espacio anterior al refectorio, en cuyo muro se abre una ventana apuntada por donde pasaban los alimentos. El refectorio es una sala alargada y abovedada, con asientos en los laterales.
Puerta de entrada a las cocinas, entre finas columnas góticas con sus capiteles de decoración vegetal (SIEMA Matritensis)
Fuegos de las cocinas y, al fondo, la puerta por la que se accedía a los lavaderos (SIEMA Matritensis)
Pilón en las cocinas, ya junto al muro que separaba de la sala anterior al refectorio (SIEMA Matritensis)
Reconstrucción de las cocinas (SIEMA Matritensis, de paneles de Santa María la Real)
Hueco por donde el monje pasaba los alimentos al refectorio (SIEMA Matritensis)
Refectorio junto a las cocinas, que estaba cubierto por bóvedas de crucería góticas, como se aprecia al fondo de la imagen (SIEMA Matritensis)
Vista desde las cocinas de la galería del claustro bajo (SIEMA Matritensis)
Restos de las dependencias del abad junto a la sala capitular (SIEMA Matritensis)
Sala capitular (SIEMA Matritensis)
Antesacristía, con los arranques visibles de las bóvedas de crucería que la cubrían (SIEMA Matritensis)
Vista de la sacristía, con las cubiertas de bóvedas de crucería originales (SIEMA Matritensis)
Vista desde el piso superior de la antesacristía, la sala capitular, las dependencias del abad al fondo y, el claustro en el lado derecho (SIEMA Matritensis)
Entrada y exterior de los restos de la primera ermita mozárabe sobre la que se construyó este monasterio de Santa María la Real (SIEMA Matritensis)
Interior de la ermita mozárabe de ladrillo, anterior al monasterio y que provocó que la planta del mismo quedara ladeada (SIEMA Matritensis)Termino ya agradeciendo a la Fundación Santa María la Real de Valdeiglesias todas las facilidades dadas para realizar la visita, la amabilidad del personal encargado de las entradas, la claridad de los paneles expositivos. Así como a la Comunidad de Madrid toda la labor de restauración de este importante patrimonio para que lo puedan disfrutar los ciudadanos. Como siempre, podéis utilizar el material aquí expuesto, pero siempre indicando su procedencia. También seguir nuestra actividad cultural de difusión de patrimonio de Madrid en las redes Instagram o Twitter @siemamadencanto, Facebook Siema Matritensis o en agenda en www.siema.es. Recordad que sólo publicitamos las visitas libres o abiertas a la inscripción individual de cualquier persona, no las cerradas de grupos privados o empresas.
Disfrutar de este remanso de paz y completar con enoturismo por la zona en alguna de las bodegas, como las Moradas de San Martín, por ejemplo.
Maribel Piqueras
Dependencias a la derecha de la iglesia, con el torreón al fondo (SIEMA Matritensis)
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