Desde Madrid con Encanto nos hemos escapado a Brihuega, en Guadalajara. Localidad muy cercana a Madrid y que merece la pena visitar en junio o julio si quieres ver los campos de lavanda florecidos.
Es un pueblo que nos llama la atención porque atesora historia, arte, gastronomía, museos y tradiciones, sabiendo también renovarse haciendo de la lavanda su gran atractivo. El paso romano y árabe ha dejado huella, pero la historia de Brihuega da un salto cuando la reconquista Alfonso VI. Al poco se organizó un señorío dependiente del arzobispado de Toledo, que existió hasta el siglo XVI. De la época medieval son muchos de sus monumentos. Incluso el propio nombre viene de "briga" que significa "lugar amurallado". También el siglo XVIII entró con fuerza en la localidad, que participó en la Guerra de Sucesión con una batalla en 1710 en Brihuega y Villaviciosa, donde las tropas borbónicas derrotaron a los partidarios del archiduque Carlos. De la Brihuega ilustrada queda la fábrica de paños, en funcionamiento hasta principios s XIX y la cárcel. También es uno de los pueblos que lucharon en la batalla de Guadalajara durante la Guerra Civil (1937). Tras este pequeño repaso histórico recomiendo empezar viendo los campos de lavanda, antes de entrar a ver el pueblo. Se ven desde la carretera, pero también están indicados en la completa web del ayuntamiento http://www.brihuega.org/monumentos/monumentos.htm
Campos de lavanda (SIEMA Matritensis)
Lavanda florecida (SIEMA Matritensis)
Detalle de la flor de la lavanda con abejas incluídas (SIEMA Matritensis)
Como os decía Brihuega ha adoptado la lavanda como un foco de atracción del turismo. Conciertos en los campos de lavanda, venta de productos artesanos (miel de lavanda, jabones, mermeladas, ropa con el toque malva característico, rosquillas o bizcochos de lavanda). Con o sin lavanda Brihuega nos muestra otras cosas con encanto. Incluso su gastronomía merece la pena, con quesos de la tierra, carne local, chorizos, pasteles tradicionales, como los que compramos en las panificadoras y bollerías Cepero de la calle Mayor. Ese color malva invade las calles del pueblo.
Decoración de una de las calles (SIEMA Matritensis)
La Muralla medieval, edificada desde el s XI en adelante, rodea el municipio. De ella salen iglesias, como Santa María de la Peña, la plaza de toros o diversos arcos de entrada, como el del Cozagón. También la torre del castillo, la capilla y cementerio del castillo.
Iglesia de Santa María de la Peña, cuya Virgen es la patrona, con su torre, contrafuertes
y arcos apuntados (SIEMA Matritensis)
Puerta de entrada a Santa María de la Peña (SIEMA Matritensis)
Iglesia de San Felipe, con su incipiente gótico del s XII. Destacan sus arquivoltas, ya con
arcos apuntados y el rosetón (SIEMA Matritensis)
Sobrio interior de la iglesia de San Felipe, con sus altos pilares
con columnas adosadas (SIEMA Matritensis)
Una de las cosas que más me impresionó fue la Fabrica de paños. En Guadalajara la industria telar existía ya desde la época medieval. Había ovejas merinas, aguas para molinos y batanes, maderas suficientes y mano de obra especializada. También cercanas estaban las de Pastrana y la de paños para el ejército de Nuevo Baztán. Esta fábrica de Brihuega fue un regalo de los Borbones por haberles apoyado durante la Guerra de Sucesión. En 1751 se empieza a construir este edificio redondo con patio central y hacia el SO una gran explanada para secado de paños. Carlos III amplió la fábrica hacia el E y N, construyendo más naves para los telares, casas de intendentes y una nueva capilla de piedra para sustituir a la antigua de Sta. Lucía. Llegó a tener más de 100 telares. Durante la Guerra de Independencia fue ocupada por las tropas francesas. Fernando VII la relanzó, pero no con tanto éxito. La corona la vendió a un vecino de Brihuega en 1840, Justo Hernández. Siguió haciendo paños y ocupó como viviendas el resto de edificios que no necesitaba. También convirtió la explanada de los secaderos en un jardín romántico con vistas al valle de Tajuña y a la villa.
Vista general de la Fábrica de Paños, dentro de un estilo neoclásico (SIEMA Matritensis)
Detalle de la puerta de entrada a la fábrica (SIEMA Matritensis)
Muros circulares exteriores de la fábrica de paños (SIEMA Matritensis)
Interior de la fábrica, con doble recorrido circular (SIEMA Matritensis)
Tinajas para los tintes (SIEMA Matritensis)
El Ayuntamiento adquirió la fábrica en 14 de febrero del 2017, iniciando su rehabilitación para un uso cultural: conciertos, exposiciones, eventos. Desde sus jardines hay maravillosas vistas al pueblo y a la vega del Tajuña.
Paneles explicativos en el interior de la fábrica (SIEMA Matritensis)
Románticos jardines (SIEMA Matritensis)
Caminos sinuosos y setos de boj recortados nos rodéan (SIEMA Matritenis)
Pajarera y jardines (SIEMA Matritensis)
Fuente baja y espacio de reposo (SIEMA Matritensis)
Vista desde el mirador del jardín sobre la Vega del Tajuña
(SIEMA Matritensis)
Vistas de la parte baja de Brihuega, que está encajada entre las murallas
(SIEMA Matritensis)
La puerta de la Cadena da a una plaza ajardinada y, junto a la puerta, a derecha e izquierda encontramos numerosas terrazas con encanto. Lo mismo que la plaza del Coso, con la fuente, el ayuntamiento y la antigua cárcel del s XVIII que es hoy la oficina de turismo. Callejeando descubriremos algún bonito rincón, casa blasonada o negocio de productos artesanos. También merece la pena el Hotel spa Niwa https://www.hotelspaniwa.com/. Es un alojamiento con mucho encanto, de sólo 10 habitaciones, situado en un sitio tranquilo a las afueras de la puerta de la cadena.
Bueno, no os preocupéis, que ha sido una escapadita y enseguida volvemos a nuestro Madrid con encanto. Ya sabéis que podéis seguirnos en Twitter @siemamadencanto o instagram con el mismo nombre. Así como facebook Siema Matritensis.
Maribel Piqueras
Antigua cárcel, hoy oficina de turismo
(SIEMA Matritensis)
Tierra de lavanda (SIEMA Matritensis)
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