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jueves, 25 de junio de 2015

El Casino de la Reina, ayer y hoy de esta villa urbana

En esta entrada quiero meter al lector en lo que fue el Casino de la Reina durante el s. XIX, que hoy consideraríamos el final del recorrido que Siema Matritensis hace por el barrio de Lavapiés. Entre este punto y la Plaza del Cascorro iremos desmenuzando,  en Madrid con Encanto, todo ese interesante barrio madrileño. Nuestra historia comienza al principio del reinado de Fernando VII, cuando el Ayuntamiento de Madrid decide adquirir una serie de fincas, confiscadas a bonapartistas, como la huerta de Manuel Romero(que había sido ministro de Justicia en tiempos de José Bonaparte) y otros terrenos colindantes que limitaban con la Ronda de Toledo y la Glorieta de Embajadores. En aquellos años se situaba en ese punto la cerca de Felipe IV y el pequeño portillo de Embajadores. esta finca era enorme, constaba de unos 56.400 m2 y tenía forma hexagonal. Ya en tiempos de Manuel Romero se cuidaron mucho los jardines, emparrados, fuentes y también el pequeño palacete que éste se hizo construir de dos pisos. Toda la finca, adquirida por el Ayuntamiento, formaba parte del regalo de la Villa de Madrid a la reina Isabel de Braganza, el 25 de abril de 1818, con motivo del segundo embarazo de la reina.

"Retrato de Isabel de Braganza" (Vicente López)

El edificio lo construyó Antonio López Aguado, arquitecto neoclásico español, seguidor de Juan de Villanueva, cuya formación también se había desarrollado en Italia y Francia. López Aguado fue profesor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde 1805 dirigía la rama de Arquitectura de la misma. Con el reconocimiento y éxito a sus espaldas se encargó de las obras de este casino (palabra italiana que viene a significar capricho arquitectónico). El edificio es una construcción muy sencilla, donde predominan las líneas rectas y destaca la ausencia de molduras decorativas en su fachada. Construcción de dos plantas, a la que se accede por una curiosa escalinata de piedra, dividida en tres tramos. Conservamos las barandillas de hierro fundido, pero no los diez bustos de mármol blanco que la adornaban. También se perdió el gran escudo que remataba la fachada.

"El casino de la reina" ( Museo de Historia de Madrid)

"Casino de la Reina, vista lateral actual" (Foto SIEMA)

"Casino de la Reina, escaleras de subida a la fachada principal" (Foto SIEMA)

La sobriedad exterior, con las bases de granito y los muros de ladrillo, con piedra en los remates de las ventanas, nos esconde la gran riqueza interior que llegó a tener. Por ejemplo una gran sala con zócalo de mármoles para cuyo techo pintó Vicente López la "Alegoría de la donación del casino a la reina Isabel de Braganza" en 1819. Vicente López imitó el estilo de los frescos que Gianquinto había realizado para las bóvedas del Palacio Real. Por eso el gran barroquismo, escenas de gloria, nubes, colores terrosos y composición movida. También colgaban de sus paredes  cuadros de Juan Antonio de Ribera como "Wamba" o "Rómulo Cincinato" pintados en ese mismo año o "Las cuatro horas del día", de José de Madrazo. Es decir, trabajaron en él los mejores artistas del momento. La reina Isabel murió pronto y no nos dejó heredero a la corona, pero si un gusto por el buen arte y la creación del actual Museo del Prado. En los fondos del Museo del Prado se guardan todas estas pinturas. 

" Alegoría de donación del Casino de la Reina de Vicente López" (Museo del Prado)

"Detalle del fresco anterior, donde se percibe la imagen del casino en la donación" (Museo del Prado)

"Wamba renunciando a su corona, de Juan Antonio de Ribera en 1819" (Museo del Prado)

"Escalera interior del casino con la hermosa barandilla de hierro original" (Foto SIEMA)

Al principio del reinado de Isabel II la finca del Casino de la Reina mantenía todavía todo su esplendor, como describe Euguren por ejemplo. Narciso Pascual Colomer transformaría y adaptaría esos jardines al nuevo gusto romántico, abandonando los diseños geométricos anteriores, por bojs, praderas y senderos sinuosos. Manteniendo la ría navegable y las fuentes. También la finca disponía de un invernadero y un edificio para los empleados de la misma. Tras la revolución de 1868 la finca entró en desuso y abandono. El año anterior Isabel II había devuelto la donación de esta villa urbana al Estado español. Se pensó albergar ahí el Museo Arqueológico, creado el 20 de marzo de 1867 por R. O e inaugurado por el rey Amadeo de Saboya en 1871 en el Casino de la Reina, donde permanecería hasta su traslado en 1895 al Pº de Recoletos, antes de pasar a su sede definitiva.

"Bonitas verjas de entrada por la Glorieta de Embajadores" (Foto SIEMA)

"Detalle verjas Casino de la Reina" (Foto SIEMA)

"Entrada principal a la finca del Casino de la Reina"

"Jardines del Casino de la Reina" (Mapa de Ibañez de Íbero)

En las imágenes anteriores se puede ver la gran extensión de la finca, cuyas verjas más bonitas (con pilares de piedra tallados como a sillares y la decoración de jarrones en la parte superior) daban a la Ronda de Toledo y a la glorieta de Embajadores. La entrada principal, con esos pilares y columnas clásicas, rematadas con decoración en la parte superior, se la llevaron a los Jardines del Buen Retiro. Hoy en día forman la Puerta de Independencia del Parque del Retiro, frente a la Puerta de Alcalá. En el plano de Ibáñez Ibero se aprecia en frente el gran edificio de tres patios que sería la Tabacalera.

En el Barrio de Lavapies son muy apreciados los jardines del Casino de la Reina, único espacio abierto ajardinado en la zona, para poder darse un paseo, leer en alguno de sus bancos o hacer gimnasia. Entra dentro del uso social que se ha dado a muchas zonas monumentales de Lavapiés. El edificio del Casino es hoy Centro de Día, con una importante misión de integración social. Parte de la finca tiene zonas de uso deportivo. También destaca el gran edificio en estilo neomudéjar de ladrillo, construido por Francisco Jareño en 1881 como escuela de Veterinaria. Al realizar esa construcción se cogieron terrenos de la finca y desaparecieron definitivamente la ría, el embarcadero y el invernadero. Actualmente es sede del Instituto Cervantes, muy apropiado en este área multicultural de Lavapies.

" parte de los jardines del Casino de la Reina" (Foto SIEMA)

Como negocio con encanto recomiendo hacer un salto por Tabacalera. La parte de la izquierda se organiza como Centro de Arte contemporáneo y la reforma para adaptar ese edificio industrial es digna de ver

"Patio del centro de arte Tabacalera" (Foto SIEMA)

"Antigua facultad de Veterinaria, hoy Instituto Cervantes" (Foto SIEMA)

" Grandes arcadas de los patios de Tabacalera" (Foto SIEMA)

"Entrada a Tabacalera Centro de Arte" (Foto SIEMA)

"Tabacalera, parte de autogestión social"( Foto SIEMA)

" Edificio de Tabacalera, de aspecto descuidado" (Foto SIEMA)

Tabacalera responde a la idea de Reales Fábricas que se desarrollaron en Madrid, sobre todo, a raíz del reinado ilustrado de Carlos III. Este rey aprobó su realización, aunque no llegó a construirse hasta 1790, ya con su hijo Carlos IV. Edificio imponente de tres patios rectangulares, uno central más grande y dos laterales, algo más pequeños y simétricos. Los patios sostienen sus arcos en enormes pilares de piedra lisa. Al exterior presenta tres alturas, con tres puertas de ingreso. Muros sobrios, lisos, donde combinan la piedra y el ladrillo. Albergaba grandes almacenes para el tabaco y sus medios de transporte, con toda la maquinaria de fabricación y especialmente la mano de obra femenina de las cigarreras. Durante la Guerra de Independencia fué un poco caos su funcionamiento, aunque José Bonaparte volvería a reorganizar a las cigarreras que trabajaban en la clandestinidad. El ejército francés la destrozó. Después, en 1816, el Ayuntamiento y el Estado le volvería a prestar atención, lo mismo que a la finca de al lado para el Casino de la Reina. Ha pasado a lo largo del s.XIX y XX por diferentes fases de uso y descuido de la misma, como se puede apreciar en el estado ruinoso de algunos de sus muros. En el 2000 se cerró la Tabacalera, se iniciaron algunas obras para acondicionar la parte derecha, como centro de autogestión social (lo usan asociaciones, plataformas cívicas, siempre con fines sociales) y la de la izquierda, como centro de arte con diferentes espacios en el mismo. Creemos que tiene encanto suficiente para hacer una visita a su interior.

Un saludo:

Maribel Piqueras




domingo, 21 de junio de 2015

Plaza del Cascorro y Eloy González

En un lugar tan emblemático como la llamada Plaza del Cascorro podíamos decir que comenzaría el Rastro madrileño, ese peculiar mercado de los domingos. Cuando hacemos recorridos por Lavapiés con Siema Matritensis (www.siema.es) solemos empezar en la estatua a Eloy Gonzalo situada en el centro de la misma plaza. Muchos madrileños piensan que Cascorro es el nombre de un señor, pero no es así. Cascorro es una villa de Cuba, situada a 60 Km de La Habana, en la famosa provincia de Camaguey.


En el asedio a la villa de Cascorro en 1897 logró ser un héroe nacional Eloy Gonzalo. Eloy tuvo una infancia mísera y triste, que empezó cuando su madre le abandonó de bebé. En su juventud buscó un futuro ingresando en el cuerpo de carabineros, incluso estuvo prometido a una bella mujer. Pero ella le dejó y le fue infiel con uno de los oficiales. Eloy los descubrió y amenazó a susodicho oficial, lo que le costó una pena de doce años de prisión por insubordinación. Las revueltas en Cuba fueron su vía de escape, ya que al necesitar personal militar allí hicieron la vista gorda sobre su pena y le permitieron ingresar en el regimiento de Infantería Mª Cristina nº 63. Enviado de misión en Cuba en 1896 logró defender heroicamente el puesto de Cascorro. En esta localidad 170 españoles resistían el asedio de 3000 cubanos que les acorralaban.

"Azulejo de la Plaza de Cascorro y curiosos reflejos del otro lado de la plaza en el bar" 
(Foto SIEMA)

"Estatua de Eloy Gonzalo" (Foto SIEMA)
La escultura en bronce representa a Eloy con los elementos característicos utilizados para lograr su hazaña. En el puesto sabían que la única manera de salir de ahí, aunque con muchas probabilidades de que no resultara eficaz, era hacer saltar el polvorín de armas y fortaleza de los rebeldes. Eloy se ofreció voluntario para realizar esa gesta. Se armó con un bidón de gasolina, una antorcha, su fusil y una soga atada. Lo de la cuerda era por si moría que los suyos pudieran tirar de la soga y recuperar el cuerpo. Se internó en la noche y sus compañeros vieron como saltó por los aires la fortaleza, pero en la humareda, a lo lejos, apareció andando tan pancho Eloy Gonzalo. Al regresar a España, en el último año de la regente Mª Cristina, madre de Alfonso XII, es decir en 1901, su propio hijo inauguraría el famoso monumento. Situado en el centro de la plaza sobre un pedestal de piedra con pilares en las esquinas y la placa que indica el nombre y el año de colocación de la misma.

Para la regente recordar estos hechos suponía una gran alegría cuando España estaba inmersa en la depresión y decepción de la crisis provocada, tan solo unos años antes, con la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898, A esa tristeza se había añadido el asesinato de Cánovas del Castillo, gran artífice de la restauración monárquica y un enorme apoyo para Mª Cristina. Hoy en día están mejorando las relaciones con Cuba, por eso quería recordar en este blog este trocito de Cuba en Madrid. También existe un gran monumento dedicado a Cuba en el parque del Retiro, pero realizado mucho después. Ese monumento a Cuba se empezó en 1931, con la República, pero su construcción se alargaría en el tiempo, ya que no se acabaría hasta 1952. En él intervinieron artistas de la talla de Benlliure, por ejemplo, quien esculpió muchos de los bronces.
"Monumento a Cuba en el Retiro" (Foto SIEMA)

En lo alto del conjunto aparece una alegoría de la isla de Cuba, en forma de mujer, destacando también los bronces con la nao y los animales tropicales, como galápagos o iguanas.

"Detalles del monumento a Cuba en el Retiro, con los fantásticos bronces de animales de los que salen chorros de agua" (Foto SIEMA)

Volviendo a la Plaza del Cascorro recomendaría desayunar en la China Mandarina con sus ricas tartas de chocolate, manzana o limón. También puede pararse a tomar un brunch rico y sencillo mientras trabaja en una de sus amplías mesas. Este local lleva un año abierto con éxito en esta plaza tan castiza y, a pesar de su nombre, no es uno de los negocios regentados por chinos que abundan el Lavapies. Está decorado por Estudio Plantea en maderas de tonos suaves y oscuros, grises o azules, pero a los que sus amplias cristaleras a la plaza iluminan enormemente. Las columnas decimonónicas altas y centrales del bar le dan mucho encanto.
"Interior de la China mandarina" (Fotos SIEMA)

"China Mandarina" (Foto SIEMA)