En el Paseo de Recoletos, antes de la fama que le dieron los palacetes de la segunda mitad del s. XIX, existieron varios conventos construidos durante el s. XVII en esta amplia zona E de Madrid. La historia de uno de ellos es la que queremos difundir hoy. La verdad es que,cuando te mueves por este paseo, lo que más llama la atención son sus elegantes edificios (muchos convertidos en sedes de bancos o diversas fundaciones), además de la Biblioteca Nacional, algún café chic o el bulevar central. Pero escondido entre tanta magnificencia se levanta la humilde fachada de este convento de clarisas. No es fácil mostrároslo ya que no dan facilidades para hacer fotos, incluso por temas laborales. La razón se debe a que es un centro de adoración eucarística.
Fachada de la Iglesia de San Pascual (SIEMA Matritensis)
Esta Iglesia y convento de San Pascual fue una fundación, en 1683, por D Juan Tomás Enriquez de Cabrera, almirante de Castilla, Duque de Medina de Rioseco y miembro del Consejo de Estado del último rey Austria, Carlos II. Originariamente se trajo a un pequeño grupo de monjas franciscanas provenientes de un pueblo de Guadalajara. El convento llevó la advocación de la Inmaculada Concepción. Más tarde se añadió el de San Pascual. El Duque dotó a esta fundación barroca de obras de arte de gran calidad. Pero con la desamortización de 1836 las monjas tuvieron que abandonar el lugar y se trasladaron al Monasterio de las Descalzas Reales hasta 1852, en que vuelven a su casa del Paseo de Recoletos. El entonces Duque de Medina de Rioseco, Mariano Tellez, que también ostentaba el título de XII Duque de Osuna insistió por medios legales hasta obtener la recuperación de esa iglesia. Pero el gozo apenas les duró una década, ya que debido a las obras en el Paseo de Recoletos se tuvo que demoler el barroco edificio en 1861. Por tanto, la arquitectura que visitamos hoy en día responde al siglo XIX. Fue el propio arquitecto que trabajaba para los Duques de Osuna, Juan José Urquijo y Gómez, quien diseñó en 1866 la nueva construcción. La fachada es muy sobria, como casi todos los edificios conventuales de la orden franciscana durante el sXIX. Se extiende horizontalmente y se divide en tres partes. La central, con el arco y puerta de entrada, sobre el que se añade un dintel y, a los lados, dos pilares adosados con moderno diseño de capitel compuesto. Encima la hornacina con la Inmaculada, flanqueada por dos escudos (el de la orden franciscana a la izquierda y el de la casa ducal que lo fundó a la derecha). Una ventana ilumina a los pies de la nave. Termina con remate triangular y cruz. Las dos extensiones laterales con ventanas altas presentan forma de arcos y llevan molduras alrededor.
Detalle de la parte principal de la fachada (SIEMA Matritensis)
Hornacina con la Inmaculada flaqueada por los escudos (SIEMA Matritensis)
En el interior se sigue el diseño de la arquitectura religiosa madrileña barroca: planta de cruz latina, de una sola nave y presbiterio en alto con terminación plana. A los lados una serie de arcos abren pequeñas capillas. El crucero es corto en extensión pero profundo. Una cúpula sobre pechinas y con linterna cubre ese crucero y da la poca luz que vemos en el interior de la iglesia. Los mismos pilares con capitel compuesto de la fachada, son los que recorren la nave interior.
Vista general del interior (SIEMA Matritensis)
Vista del retablo y altar mayor con iluminación
(Inspiriroks)
El estilo ecléctico de final del s XIX lo percibimos en cada uno de los detalles decorativos. El retablo mayor se inspira en el Neoclasicismo, está tallado en madera imitando mármol. Dividido en tres cuerpos: el de abajo con el Sagrario y, a los lados, modernas esculturas del Sagrado Corazón de Jesús y de María (ambas del taller de Olot). En la parte central, San Pascual Bailón en la gloria adorando la Eucaristía, con unas curiosas ovejas talladas a sus piés. A los lados, esculturas de San Francisco y Sta. Clara. Arriba la Inmaculada Concepción. Como remates una gran cruz que parece se choca con el techo y los mismos escudos que aparecían en la fachada. El hecho de las ovejas junto a San Pascual Bailón se debe a que este santo aragonés, cuando era niño ejercía de pastor de ovejas y se ponía muy contento, bailando, cada vez que oía las campanas de la iglesia cuando indicaban que se celebraba la Eucaristía. Otro famoso convento de San Pascual Bailón en la Comunidad de Madrid es el que mandó hacer Carlos III en Aranjuez y del que he sacado estas imágenes de su altar mayor, donde aparece una parecida iconografía de este santo pintada por Mengs.
Cuadro de Mengs sobre San Pascual Bailón
(SIEMA Matritensis)
Retablo de San Pascual Bailón del convento de Aranjuez (SIEMA Matritensis)
Son impresionantes las cubiertas abovedadas con sus frescos, realizados a principios del s XX, representando escenas relacionadas con san Francisco y Sta. Clara. La cúpula central representa hechos de la vida de Sta. Clara y, en las pechinas, los evangelistas. A los lados del crucero encontramos los retablos más bonitos: el de la Inmaculada con un lienzo en la parte de arriba de San Antonio de Padua. Al otro lado del crucero el de la Virgen del Carmen.
Cubiertas y frescos de la iglesia (luzycolor.2000. Proyecto iluminación)
Detalle de la cubierta del altar a la izquierda del crucero
(SIEMA Matritensis)
Altar de la Virgen del Carmen, en la parte derecha del crucero
(SIEMA Matritensis)
Las capillas a los pies de la iglesia representan a Cristo Crucificado, San Antonio de Padua y, a la derecha, la de la Virgen del Pilar. Toda la decoración interior de madera se restauró tras la Guerra Civil, que es la otra etapa crítica para las monjas. El convento fue ocupado por las Brigadas Internacionales y las monjas se tuvieron que refugiar en un piso en Madrid. Todas, menos dos de las monjas que prefirieron buscar refugio en un piso de unos familiares por la zona de Ventas. Alguien las delató y las asesinaron pegándolas unos tiros en plena calle. Posteriormente, en los años 80 se realizó otra restauración. Como bien dice una placa situada a la izquierda del altar mayor, el Papa León XIII, a instancias de la reina regente MªCristina, se ha dignado a conceder el jubileo perpétuo de 40 horas para esta Iglesia de San Pascual (firmado el 23 de enero de 1889, es decir, apenas 4 después de crearse la diócesis de Madrid). Esas 40 horas recuerdan las 40 horas que transcurrió Jesús desde que murió en la cruz hasta que resucito. Por tanto, en esta Iglesia se mantiene la Adoración Eucarística en silencio, todo a oscuras menos la Custodia y, para facilitar la oración, no están permitidas visitas, ni fotos, ni dada que pueda molestar. Del convento no hemos dicho nada, es de estricta clausura y se extiende por los laterales y parte trasera de la iglesia. Estas clarisas siempre han tenido mucha fama en el barrio. Su iglesia era frecuentada por la alta aristocracia que residía en la zona a fines del s XIX y principios del XX. Actualmente existe la costumbre de llevar huevos a estas Clarisas antes de la celebración de una boda, para pedir que no llueva ese día. No se si nuestros actuales reyes siguieron esa costumbre, porque en su boda llovió a cántaros.
Maribel Piqueras
Retablo de San Antonio de Padua
(SIEMA Matritensis)