martes, 15 de noviembre de 2016

Las Corralas de Madrid

Los barrios de Lavapiés, Embajadores y Latina concentran la mayoría de las corralas que  existen en Madrid. Están contabilizadas como unas 500 corralas en total. Pero, ¿a qué llamamos realmente con el calificativo de corrala?Las corralas son un tipo de vivienda popular muy típico de Madrid. Son casas de corredor, es decir, viviendas dispuestas en torno a un patio central alargado, y a las mismas se puede acceder por corredores que dan a dicho patio. En el patio se sitúan las zonas comunitarias: lavabos, letrinas, tendederos de ropa, zona para carruajes, etc...En las visitas organizadas por SIEMA Matritensis( www.siema.es) a esos barrios hemos podido contemplar algunas de ellas y siempre llaman la atención de los participantes en las mismas. Los antecedentes más remotos serían las casas de corral romanas o árabes. Aunque apenas hay estudios o historiografía sobre la materia. Al establecerse en Madrid la capital del reino, en 1561, empiezan a aparecer las primeras corralas para alojar a la gente más humilde que llegaba a la corte. Muchas de esas corralas de los s XVI y XVII se alquilaban a las compañías de teatro, como por ejemplo la del  Corral del Príncipe, que celebró las funciones teatrales en uno de sus patios hasta que se acabó cubriendo.
Maqueta del Corral del Príncipe en la Casa de 
Lope de Vega (Foto SIEMA Matritensis)

Nos encanta la que descubrimos entrando por la c/ Oso nº 19, la imponente puerta del s XVIII labrada en granito oculta un magnífico interior. Aquí se dice que estaba la casa natal de Pedro de Ribera, que utilizaría el artista después como taller. Cuando ya vivía justo en la esquina, en la calle de Embajadores. Así que nos da la bienvenida un recibidor del sXVIII, con la escalera de piedra original y las vigas de la época. Pero en el siglo posterior remodelaron la corrala interior, que da también a la c/Cabestreros. Y hoy en día se aprecia una rehabilitación en el patio y maderas. 

Entrada por la calle del Oso al patio de la corrala
(Foto SIEMA Matritensis)

Pequeño patio lateral de esa corrala
(Foto SIEMA Matritensis)

Corrala del s XVIII (Entre el Oso y Cabestreros)
Foto SIEMA Matritensis

Desde la segunda mitad del s XIX, la industrialización atrajo trabajadores a Madrid. Esos barrios obreros y populares se van situando hacia el sur y este de Madrid, en el entorno de las fábricas, como el Matadero ( zona del Rastro )o la Fábrica de Tabacos ( Embajadores y Lavapiés). Es entonces cuando proliferarán las corralas, con el fín de buscar alojamiento económico para toda esa población. Las viviendas aumentan su altura, algunas llegan incluso a tener 9 pisos. Suelen ser habitáculos muy pequeños, de 30 ms máximo y con dos habitaciones. Con tabiques muy finos que las separan unas de otras. En "Fortunata y Jacinta", de Galdós, o en otras novelas de escritores de la segunda mitad del s XIX se describen muy bien el ambiente de estas corralas. En Ribera de Curtidores n 3 encontramos una bella corrala rehabilitada en torno a un gran patio. En el Rollo nº 7 o en San Cayetano nº8 y 10 (esta última con un bonito patio y barandilla pintadas). Entre las calles Sombrerete con Mesón de Paredes hay una enorme, que se observa claramente desde la calle, justo frente a las Escuelas Pías.. Es de 1839, según proyecto de Mariategui. Con la idea del blog y, también de SIEMA Matritensis, de haceros lo más visible posible el patrimonio de Madrid, incluimos las fotografias. Recuerdo que hay que pinchar en ellas para verlas con más detalle.

Corralas de Mesón de Paredes, visibles desde el exterior 
al caerse ese muro (Foto SIEMA Matritensis)

Otra vista de las mismas corralas, ya sin el mercado hindú 
de la anterior fotografía
(Foto SIEMA Matritensis)

Hacía mitad del Rastro, en la calle Carlos Arniches nº 3 y 5 encontramos un gran patio y corralas, convertidos ahora en Centro Cultural La Corrala, Museo de Artes y Tradiciones Populares de Madrid , que recomiendo visitar. Es de 1860 y estuvo habitado hasta los años 90. En la planta baja estarían los locales comerciales, los carros, y algunas zonas comunes de las viviendas. Estás se situaban en la parte superior y en las buhardillas. Por eso en la parte baja los espacios son más grandes y llevan como sujección maderas más gruesas. En el piso de arriba las viviendas de pequeño tamaño, las buhardillas y cubiertas de teja. Se le llama "El Corralón" por las dimensiones del patio, con una pila de piedra en medio.

Corrala de Carlos Arniches (Turismomadrid.net)

En la Cava Baja, podemos encontrar también una serie de corralas del s XIX, como la situada en torno a un patio muy alargado y estrecho, renovada actualmente como la Posada del Dragón. Con el patio para que entraran carruajes, su pila abrevadero de granito al fondo. La escalera lateral para acceder a las pequeñas viviendas de los pisos superiores y los corrales con vigas de madera y zapatas. Con esta pequeña entrada espero haberos ambientado algo en el mundo de las corralas madrileñas. 

Maribel Piqueras

Posada del Dragón, corrala 
(Foto SIEMA Matritensis)

Posada del Dragón, abrevadero
(SIEMA Matritensis)
(Foto SIEMA)

viernes, 4 de noviembre de 2016

El Palacio de Santoña

El nombre de este palacio se lo debemos a su propietario, José Manzanedo, que había nacido en Santoña en 1803. En 1823 emigró a Cuba, donde logró acumular una gran fortuna. Esto le dió pié a formar parte de esa burguesía del siglo XIX que se enriqueció con los negocios indianos y que le permitiría, más tarde, acceder a títulos nobiliarios, Tuvo una hija de una relación en Cuba, pero no se casaría hasta pasado mucho tiempo, ya con 70 años, con una rica viuda de 44 años, Mª Carmen Hernández Espinosa de los Monteros, que vivía con sus hijas en el palacete familiar de la Carrera de San Jerónimo. Mª Carmen era una apasionada del arte y coleccionaba pinturas, joyas o mobiliario. Entonces comenzó la historia negra sobre este palacio, que es como un auténtico culebrón y terminó mal para todos sus protagonistas. Para el día de su boda, en 1873, solicitó un curioso regalo al esposo: comprar el palacio que los Goyeneche habían puesto en venta en la calle del Príncipe. Así que este matrimonio adquirió el palacio en 1874. Al año siguiente el Marqués de Manzanedo conseguiría el reconocimiento del rey Alfonso XII por el general carlista Cabrera, exiliado en Londres, y por esos méritos se le otorgó el título de Duque de Santoña. El Duque fallecío en 1882 y se iniciö una década de litigios entre los herederos: su viuda y una hija natural, pero con reconocimiento legal. 

Palacio de Santoña, que ocupa el esquinazo entre c/ Príncipe y Huertas
(Foto SIEMA)

La Duquesa se gastó toda la fortuna acumulada en pagar a abogados. Canalejas formaba parte de esos abogados y compró el palacio en 1893. La viuda fallecería en París, abandonada en casa de unos de los criados que la asistieron en Madrid. Las desgracias continúan, porque a Canalejas lo asesinó un anarquistas el 12 de Nov de 1912. Así que tanta ostentación como derrocharon los Duques en el palacio, como veremos, no les sirvió para mucho. Sí para dejarnos a nosotros y a Madrid ese precioso patrimonio. Los herederos de Canalejas vendieron el Palacio a la Cámara de Industria en 1933. La restauración de los elementos decorativos del palacio se prolongó después de la Guerra Civil hasta 1962, año de la fusión de la Cámara de Comercio y la de Industria, a quien pertenece en la actualidad. Con la idea de Siema Matritense de hacer visible a los lectores y a los participantes en las visitas todo el patrimonio que tiene la capital, nos fuimos a recorrer este Palacio después de la más reciente restauración. 

Fachada del Palacio que da a la calle El Príncipe
(Foto SIEMA)

Entrada original de Pedro de Ribera, esculpida en 1731, en la calle del Príncipe
(Foto SIEMA)

El primitivo palacio se lo debemos a los Goyeneche, que buscaron en esta zona estratégica, muy cercana a Atocha y a los Jerónimos, otra de sus sedes comprando los terrenos y viviendas que existían anteriormente. Como Churriguera falleció en 1725, los Goyeneche acudieron a un fiel seguidor del estilo barroco de Churriguera para que continuara sus encargos de obras. Pero de este primitivo palacio sólo queda la portada barroca de la calle Príncipe, labrada por Pedro de Ribera en 1731 sobre piedra berroqueña (con las típicas molduras de baquetones, jarrones, decoración floral y espiral) creando una unidad entre la puerta de entrada principal con el balcón de su parte superior.Estamos hablando de la entrada original por la calle Príncipe nº 28. Por este punto entraban los carruajes al zaguán, desde donde arranca la impresionante escalera interior. Se mantiene también la extensión horizontal del mismo, con zócalo de granito y muros de ladrillo, así como las tres alturas. Pero todo el interior y, también el exterior, fué renovado por encargo de la Duquesa en 1875 al arquitecto Domingo Inza. En las fachadas cambió los ventanales barrocos por esbeltos balcones decorados por molduras de piedra artificial y uniendo verticalmente los huecos de las tres plantas, rompiendo así con el ritmo más horizontal que tenía el palacio de Ribera. También, para facilitar la entrada y salida de carruajes, se abrió una nueva entrada (imitando la de Pedro de Ribera, pero en piedra artificial, por la calle Huertas nº 13, que es la que se usa en la actualidad por la Cámara de Comercio. 
Techo decorado con estucos en la entrada de carruajes por calle Prínicpe
(Foto SIEMA)

La Duquesa no escatimó en gastos y contrató a los mejores arquitectos, marmolistas, escultores, estuquistas, pintores, ebanistas y broncistas de la época para las obras de su palacio, cuyos interiores son todos del último tercio s. XIX. Quería un gran espacio donde alojar sus colecciones y una residencia de lujo para recibir a los reyes o aristócratas y hacer fiestas de renombre. La entrada de la calle Príncipe está toda ella decorada en estuco imitando mármol blanco. En el techo, en forma de estrella, vienen representados 4 continentes en las esquinas, con figuras humanas. En las paredes, los escudos de Marqués de Manzanedo, con el manzano y, en el otro frente, el de Duque de Santoña con la flor de lis. 

Esquina de la entrada (Foto SIEMA)
Entrada con el escudo del Marqués de Manzanedo
(Foto SIEMA)

Entrada de carruajes antigua, decorada con estucos del s XIX
(Foto SIEMA)

Primer tramo de la escalera de honor (Foto SIEMA)

Os animo a recorrer con nosotros las estancias más importantes del palacio. La escalera de honor es de los más espectacular. De tipo imperial, con tres tramos. Toda ella realizada en mármol de Carrara. La balaustrada y las esculturas que adornan la escalera pertenecen al artista italiano Carlo Nícoli. Las esculturas son copias de temas clásicos existentes en los museos italianos: la Diosa Fortuna (cuyo original se encuentra en los Museos Vaticanos), la Amazona (copia del Museo Capitolino de Roma) o Minerva (también de los Museos Vaticanos). Ya un diseño original del propio Nícoli es la escultura que preside la entrada a la planta noble y que se titula "El Ángel que defiende la virtud". Un león despierto, vigilante, nos recibe a la derecha. Su pareja en el otro lado es un león durmiente. Pequeños ángeles y escudos de los Duques adornan la balaustrada de mármol. 

Ángel protegiendo la virtud
(Foto SIEMA)

Detalle de la barandilla con los escudos (Foto SIEMA)

Detalle de ángel renacentista escribiente y hojarasca de la 
barandilla (Foto SIEMA)

León durmiente (Foto SIEMA)

Adornando la escalera aparece desarrollada toda una iconografía relacionada con la vida del Duque: sus negocios en América y su promoción de la cultura. Por eso en la bóveda, Francisco Sanz, que fue Director del Museo del Prado, pintó "Las Provincias de Ultramar ofreciendo sus productos a España". Sanz pintó también las ninfas que decoran la pared a la altura de la primera planta. Para recordarnos su relación con el mundo de la cultura española encontramos bustos en escayola que representan a Quevedo, Colón, Hernán Cortés, Lope de Vega, Cervantes, Calderón, Alonso Cano, Velázquez y, también, dos pintores más de su época que habían fallecido recientemente y que les rinde así homenaje (Mariano Fortuny y Eduardo Rosales). Todos esos bustos, así como las molduras, las pilastras y los entablamentos fueron realizados en escayola por el escultor catalán Manuel Olms. Todo el conjunto aparece cubierto por vidrieras de la casa Maumajan 

Muro lateral de la escalera (Foto SIEMA)

Ninfas y lámparas de bronce (Foto SIEMA)

Cubierta de la escalera y vidrieras (Foto SIEMA)

Frente de la escalera, con los escudos de Marqués de Manzanedo y 
Duque de Santoña y bustos de escayola alrededor (Foto SIEMA)

Una vez en la planta principal, el propio Duque de Santoña (en un gran retrato realizado por Madrazo) nos da la bienvenida en el Recibidor. Iniciales de los Duques por todos los lados, en puertas o paredes. Grandes puertas realizadas en maderas nobles por los mejores ebanistas y muy decoradas. En el techo la única pintura que no fué realizada en exclusividad para este palacio, sino que la Duquesa compró una versión del "Rapto de Gamínedes" de David.

Retrato del Duque de Santoña por Madrazo
(Foto SIEMA)

Detalle de las puertas de marquetería del Recibidor o Distribuidor
(Foto SIEMA)

Techo con la pintura del Rapto de Gamínedes, bordeado por las
iniciales de los Duques de Santoña (Foto SIEMA)

Más estucos con iniciales, en este caso del Marqués de 
Manzanedo, en el recibidor.

La siguiente estancia es la conocida como Salón Pompeyano, que fué decorada por el pintor catalán, Francisco Pla (destacó como decorador de teatros) con grutescos y rombos en los que representaba a personajes muy conocidos del arte o literatura italiana: Petrarca, Dante, Brunelleschi, Rafael o Miguel Ángel. Con cerámica de Capodimonte en medio. En el centro de esta pequeña, pero decoradísima sala, encontramos un velador de estilo imperio. Es muy del siglo XIX buscar una decoración recargada y, a la vez, de estilos eclécticos. 

Detalle de la decoración de la Sala Pompeyana
(Foto SIEMA)

Franjas de decoración de la Sala Pompeyana, con la cerámica
de Capodimonte incrustada (Foto SIEMA)

Velador estilo imperio de la Sala Pompeyana
(Foto SIEMA)

Suelos de mármoles de colores, diseñados por Nícoli, en la Sala Pompeyana
(Foto SIEMA)

Más iniciales de los Duques de Santoña, con la corona del Ducado,
sobre puertas (Foto SIEMA)

Techo de la Sala Pompeyana
(Foto SIEMA)

En la esquina del palacio encontramos la curiosa forma elíptica del Boudoir, o sala más femenina, como el tocador de la Duquesa. Un espacio que simula un deambulatorio circular lo rodea, para poder adaptar la elipse a las paredes planas de los espacios  de alrededor, por medio también de vitrinas que se enmarcan en arcos mixtilíneos. Toda la decoración se adapta a la elipse, como los maravillosos suelos de mármoles  de colores (diseñados por Nìcoli) que están en todo el palacio, o las pinturas de los muros curvos realizadas por Plácido Francés y que representan " Fiesta campestre"  o "Lectura en un jardín"(en este último hay un autoretrato del pintor acercando algo la oreja a la lectura para escuchar mejor, porque era algo sordo). En el techo el tema de Hermes y Afrodita. El primero era la divinidad clásica vinculada al comercio.Esta sala tiene la peculiaridad de concentrar una gran sonoridad. Por ejemplo, Canalejas, que tenía su despacho en la parte de arriba de la sala, cuando quería enterarse de lo que hablaban en ella, se iba discretamente y escuchaba, para luego bajar estando al día sin ser visto.

Boudoir con los sofás tipo capitoné isabelinos y la pintura 
de "Fiesta campestre" (Foto SIEMA)

Techo representando Hermes y Afrodita en el Boudoir
(Foto SIEMA)

Lectura en el jardín (Foto SIEMA)

Deambulatorio junto al Boudoir (Foto SIEMA)

El Salón Japonés es la estancia más grande del palacio, junto al Salón de Baile. Hay que recordar también que todas las salas, excepto el comedor de gala, tienen ventanas al exterior y están muy bien iluminadas. Este salón presenta una forma alargada con cuatro balcones que dan a la calle Huertas. Hoy en día se le tiende a llamar Salón Oriental, sin especificar nacionalidad, porque en realidad hay mucha mezcla oriental en los motivos decorativos. Por ejemplo, en los kimonos nos podemos encontrar chinos, coreanos o japoneses. O la cerámica que venden en una de las escenas también es mayormente china. Bueso intercaló esas grandes escenas de vida tradicional de Oriente con espejos que aumentan la perspectiva. La chimenea de mármol fue tallada minuciosamente, hoja a hoja por el taller de Nícoli. En esta sala hasta los pomos de las puertas de los balcones llevan las iniciales de los Duques. 

 Chimenea de mármol de Carrara del Salón Oriental
(Foto SIEMA)

Puertas y escena del Salón Oriental que representa la 
venta de tejidos (Foto SIEMA)

Perspectiva del Salón Oriental (Foto SIEMA)

Reflejo en los espejos del Salón Oriental
(Foto SIEMA)

Iniciales de los Marqueses en el pomo de uno de los balcones 
de este salón (Foto SIEMA)

Siguiendo con el gusto oriental, tan de moda en el s.XIX, pasaríamos a la última sala de este lado que da a Huertas y que sería el pequeño Salón Turco. Representa la típica sala de fumar para hombres existente en los palacios de esta época. Toda la decoración se la trajeron de París: bellos paneles con arabescos en relieve hacen recuadros del techo y paredes. Las paredes simulan arcos de herradura. Destacan también los suelos de Nícoli y la curiosa chimenea realizada con mosaico en arco apuntado de azulejo iraní (que era todo un lujo), columnas de alabastro y mármol corintio. Si se pesara todo el oro que hay en el palacio saldría una gran fortuna. Paneles recubiertos de pan de oro están por todas partes, así como estucos, maderas, etc siempre recubiertas de pan de oro. 

Chimenea del Salón Turco (Foto SIEMA)

Pinturas que cubren la Sala Turca (Foto SIEMA)

El gran Comedor de Gala da al patio interior. Las pinturas realizadas expresamente para cubrir esos huecos representan paisajes de Gomar. La "Alegría de la abundancia" en el techo, de Alejo Vera. Los lienzos de la caza y la pesca son de Ramón de Olavide. 

Comedor. Estucos dorados y paisajes (Foto SIEMA)

Otro de los paisajes laterales (Foto SIEMA)

El Salón Luis XIV será el último que comentemos. Sus balcones dan a la calle Príncipe y presenta una lujosa decoración a base de estucos dorados y de colores. En el techo José Vallejo pintó el tema de "La Aurora". En el centro la mesa de 6 ms de largo, tallada en un sólo tronco de madera y, sobre ella, una impresionante lámpara de la Granja.

Sala Luis XIV (Foto SIEMA)

La Galería que bordea el patio en la parte de arriba está decorada con retratos de los diferentes presidentes de la Camára de Comercio e Industria de Madrid. 

Galería acristalada que quiso la Duquesa siguiendo la moda 
parisina (Foto SIEMA)

Otro de los presidente, Urquijo
(Foto SIEMA)

Saliendo del Comedor y atravesando la Galería se llega al Salón de Baile. Todo él manifiesta el exagerado gusto por la ostentación que encontramos en todo el palacio. En el centro de la bóveda Francisco Sanz pintó "El Origen del Ducado de Santoña", inspirándose en la "Apoteosis de la Monarquía española" que pintó Tiépolo para el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid. Sanz también realizó las alegorías de las regiones españolas en los arranques de la bóveda, con personajes vistiendo trajes tradicionales. Así como las alegorías de las cuatro estaciones sobre los espejos del Salón de baile (que simulan puertas). El famoso escenógrafo del que ya hemos hablado, Francisco Pla decoró este Salón de Baile utilizando cornucopias y grutescos como si se tratara de un escenario teatral. Los espejos tienen 6 ms de altura y marcos marrones como los de las propias puertas. Buscan crear ese juego de efectos. Nada despreciable la balconada arriba para los músicos. 

Salón de Baile, friso con el escudo del Duque
(Foto SIEMA)

Balconada para los músicos (Foto SIEMA)

Perspectiva imaginaria con espejos (Foto SIEMA)

Techo del Salón de Baile (Foto SIEMA)

En el patio por el que se accede ahora desde la calle Huertas encontramos arcos rebajados a un lado y otro del patio. Y luego las galerías realizadas con columnas de estuco coloreado. En el 4º piso han puesto ventanas que imitan un poco el gusto de la decoración de Pedro de Ribera. Desde este patio existen túneles subterráneos, como en casi todos los palacios de Madrid. Para cualquier información o visita que queráis realizar ya sabéis que podéis seguirnos en www.siema.es, facebook Proyecto Siema, twitter @siemamadencanto. 

Segundo patio de la ampliación por Huetas a la entrada de 
la calle Príncipe

Justo en frente del Palacio de Santoña, el negocio con encanto que queremos descubriros hoy es Casa Alberto. Se trata de una taberna existente en ese mismo lugar desde 1827. Situada en la misma zona donde existían edificios Austrias del s XVII, por ejemplo una de las casas alquiladas por Cervantes en el barrio, y que fueron derribadas a principios del s XIX. En los bajos de esa construcción se instaló una famosa taberna. Hoy en día vemos su fachada de madera antigua con la placa de azulejos que indica su origen. La zona de la barra es lo que sería el tamaño original de la taberna, con pasillo estrecho y pocas mesas separadas por finas columnitas de estilo decimonónico. Después, se amplió hacía el fondo para crear zona de comedor. Decorando todo con frisos de estucos renacentistas y fotografías colgadas en las paredes. Se come de maravilla, productos típicos de la región. Alfonso la gestiona desde 1994 y es un hombre encantador abierto a cualquier sugerencia. Nada más que añadir. Hasta pronto. 

Maribel Piqueras

Fachada en madera roja de Casa Alberto en Huertas
(Foto SIEMA)

Espacio interior antiguo con columnas (Foto SIEMA)

Bebidas tras la barra y estucos (Foto SIEMA)

Ampliación con comedor (Foto SIEMA)